José Apezarena

De Botín a la infanta Cristina

Al final, la infanta Cristina no recurrirá el auto de imputación dictado por el juez José Castro, que le obliga a prestar declaración ante el magistrado, y por tanto comparecerá en el juzgado en relación con el llamado ‘caso Urdangarín’.

Parece la mejor decisión, visto el tormentoso clima de opinión que se había creado, y a pesar de que, por mucho que se insista en que solamente se le cita para prestar declaración, que lo hará con abogado, y que puede negarse a responder e incluso mentir, ese tipo de comparecencias no son precisamente neutrales e indoloras. La evidencia es que arrojan sobre quienes las protagonizan o las sufren una inevitable presunción de culpabilidad. Al menos para la opinión más generalizada.

No tengo ninguna duda de que la opción final, es decir la decisión de ir a declarar, ha merecido el visto bueno, cuando no la indicación expresa, de la propia Zarzuela, una de las instancias que se está viendo más perjudicada por los sucesos del ‘caso Urdangarín’.

La incógnita se sitúa ahora en si la infanta realizará a pie el famoso ‘paseíllo’, es decir la bajada por la cuesta del juzgado y en presencia de fotógrafos y cámaras de televisión, lo que constituiría una escena tremenda (es un clamoroso ejemplo de la llamada ‘pena de telediario’), o bien se arbitran otras escenificaciones.

El dilema que ahora deben afrontar los abogados de la infanta (o ,lo que es lo mismo, La Zarzuela), es si se aplica o no a la ya muy conocida ‘doctrina Botín’, por la cual la acusación popular (en este caso, Manos Limpias) no es suficiente para sostener una causa, si la fiscalía y los perjudicados (en este caso, la Hacienda Pública, o sea la Abogacía del Estado) no acusan. Que es lo que ocurre en el sumario. En ese supuesto, la causa ha de ser archivada.

La infanta Cristina tiene derecho, como cualquier otro ciudadano, a acogerse en su beneficio a cuantas opciones legales existan, incluida, claro, la ‘doctrina Botín’. Pero, si así se aplica, y la causa queda archivada, ello plantea el problema de valorar las consecuencias y las interpretaciones que se formulen por la opinión pública.

Resultará altamente complicado, en fin, evitar ‘lecturas’ del estilo de: como es la hija del rey…, los poderosos siempre salen libres, la justicia no es igual para todos, etc. Y, lo que es peor, la acusación de que la Casa Real ha presionado a los jueces, algo que en La Zarzuela no quieren ni imaginar que se pueda sugerir.

Así que se siguen suscitando alternativas diabólicas para la infanta Cristina y para La Zarzuela.

editor@elconfidencialdigital.com

 

Twitter: @JoseApezarena

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