José Apezarena

Cayetana de Alba, casi una más en la Familia Real

Al hilo del fallecimiento de la duquesa de Alba, se publican columnas y artículos sobre su historia y figura, desde muy distintos enfoques y ángulos. Una de las direcciones poco frecuentadas es la que se refiere a la intensa vinculación de Cayetana con la Familia Real, hasta el punto de que podría decirse que ella casi formaba parte de tan escogido grupo humano.

Sabido es que, desde los inicios del título, los lazos de la Casa de Alba con los sucesivos reyes y con la monarquía han sido especialmente intensos. Ahí está la historia para remacharlo. Y esa circunstancia se ha cumplido de igual modo en el caso de Cayetana.

El hecho, ya destacado en otros lugares, de que en su bautismo fueran padrinos Alfonso XIII y Victoria Eugenia, constituye otra prueba más de esa cercanía entre las dos familias, real y ducal. Para aquella ceremonia se trajo la pila de Santo Domingo, que es la que sirve para bautizar a los hijos de reyes, y que por tanto se ha utilizado con Elena, Cristina y Felipe de Borbón, y ahora con la princesa Leonor y su hermana la infanta Sofía.

El padre de Cayetana, Jacobo Fitz-James Stuart, era uno de los asiduos visitantes del conde de Barcelona en su exilio de Estoril, donde asistió, entre otros hechos, al funeral y entierro de Alfonsito, muerto por el dramático disparo de la pistola que manejaba su hermano Juan Carlos.

Cuando, a finales de 1959, se planteó en qué universidad española realizaría estudios Juan Carlos, y la primera opción fue Salamanca, el duque de Alba ofreció uno de sus palacios, el de Monterrey, para que residiera allí el príncipe, quien, sin embargo, acabaría en Madrid y en la Complutense.

Y, al mismo tiempo, la relación de Cayetana con la familia Franco fue de clara distancia. En 1943, iba a ser presentada en sociedad y el general planteó que lo hiciera junto a ella su hija Carmen. Cayetana se negó. Después, le invitaron a la puesta de largo de Carmen, en El Pardo, y ni contestó. Y cuando, poco después, el 27 de abril, celebró su propia mayoría de edad, la hija del general no fue invitada.

A ese respecto, se cuenta que, en una ocasión, la duquesa de Alba invitó a Cristóbal Martínez Bordiú, marqués de Villaverde, a una comida en el Palacio de Liria, pero le ubicó en tan mal lugar que Villaverde se lo hizo notar, advirtiéndole de que no debería olvidar quién era el yerno del jefe del Estado. A lo que Cayetana respondió: "¡Por Dios, Cristóbal! ¿Quién no conoce en París al yerno de De Gaulle". Sin embargo, la duquesa sí acudió al funeral por el marqués, celebrado en febrero de 1998, en la iglesia de San Francisco de Borja.

Cuando, en 1962, se anunció el compromiso de Juan Carlos con Sofía de Grecia, los monárquicos de España montaron una comisión, encabezada por Alfonso García Valdecasas, para promover en la prensa un ambiente favorable al enlace. La integraban una treintena de personas, entre ellas el banquero Luis Valls Taberner y Cayetana de Alba. Conectaron con gente que pudiera hacer un regalo de boda. Pero sobre todo se propusieron reunir dinero para que el príncipe tuviera algún respaldo económico, dada su escasez de medios. La comisión llegó a reunir diez millones de pesetas (equivaldría hoy a 1,2 millones de euros). Cayetana asistió, por supuesto, a la boda en Atenas.

Ella y su esposo, Luis Martínez de Irujo, mantuvieron una relación de amistad y cercanía personal con la pareja formada por Juan Carlos y Sofía, entonces Príncipes de España. En 1967, el duque de Alba confirmó a la reina Victoria Eugenia que Franco había recibido su mensaje (enviado a través de Alfonso Osorio y de Iturmendi) de que, aunque para ella el rey era don Juan de Borbón, su nieto Juan Carlos estaba preparado. Y los duques se encontraban en Lausana cuando, en 1969, falleció la reina.

 

En enero de 1968, vino al mundo Felipe de Borbón, tercer hijo de los príncipes y primero varón. Don Juan Carlos llamó por teléfono al conde de Barcelona desde el Palacio de Liria, donde ese día había sido invitado a comer por los duques de Alba. Logró contactar con él a las dos horas y media porque la comunicación era mala: don Juan estaba en Miami, en un crucero. "¿Papá, que por fin tienes un nieto!", fue el mensaje del feliz padre.

Son solamente unos pocos detalles, no demasiado conocidos, de la intensa vinculación de la duquesa de Alba con la Familia Real, a la que honró y sirvió, y de la que, como apuntamos, casi podría decirse que formaba parte.

Un último apunte. A sus muchos años, cuando ya sufría enormes dificultades para caminar, Cayetana no dejó de practicar la inclinación cada vez que saludaba a los reyes.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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