José Apezarena

Ciudadanos juega a la ruleta rusa

Gobierno y Partido Popular han encajado francamente mal la derrota sufrida en el Congreso, donde han visto rechazado el real decreto-ley que regula la liberalización del sector de la estiba.

No es para menos, porque desde 2009 ningún Gobierno había sufrido una derrota semejante al tratar de convalidar un acuerdo del Consejo de Ministros. Y más atrás habría que remontarse a casi treinta años.

Los populares, que solamente recibieron el apoyo de los diputados nacionalistas vascos, vieron cómo a última hora Ciudadanos cambiaba el sentido del voto y apostaba por la abstención.

Desde Génova se emitió inmediatamente una nota hablando de "hecho de enorme gravedad política", y destacando que se había pretendido "derrotar al Gobierno, pero lo que ha salido derrotado es el interés general de los españoles". Añadía que se había enviado "un pésimo mensaje a Europa. Se le ha dicho que no queremos cumplir las sentencias europeas y se ha hecho por puro tacticismo político".

El ministro De la Serna acusó a PSOE y Ciudadanos de castigar a los españoles para golpear al Gobierno, puesto que España afrontará una multa de 134.000 euros al día si no modifica la actual regulación de la estiba.

Desde el Gobierno y el PP han reaccionado sobre todo acusando a Ciudadanos poco menos que de "traición". Los portavoces populares insisten en que su actuación ha minado la confianza en quienes califican como sus "socios".

Y la cosa puede ir a mayores. Porque en esos mismos ámbitos se escucha ahora que si, como consecuencia del cambio de voto de Ciudadanos, la gobernabilidad del país no está asegurada, el único recurso que queda es la convocatoria anticipada de elecciones. Algo que, teóricamente, ni los socialistas (en plena crisis y todavía sin líder) ni el partido naranja (con las encuestas a la baja) desearían de ninguna manera.

Albert Rivera ha tirado de la cuerda con evidente contundencia, harto seguramente del ninguneo a que se está viendo sometido por parte del Gobierno y su partido. La cuestión es si no la ha tensado demasiado. Y si, de verdad, Mariano Rajoy estará dispuesto a dar la campanada disolviendo las Cortes. Algo que podrá hacer cuando transcurran seis meses de legislatura, es decir, a partir de mayo.

Por lo que hace a Ciudadanos, hay que suponer que habrá valorado con sumo cuidado la opción adoptada, es decir, el desafío que ha lanzado a Rajoy y a su partido. Una apuesta que se parece bastante el terrible juego de la ruleta rusa.

 

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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