José Apezarena

Congelar al juez que quiera ser político

El precedente más llamativo, y en mi opinión repudiable, se produjo con Baltasar Garzón.

Siendo magistrado de la Audiencia Nacional, en mayo de 1993 fue fichado por Felipe González para ir como número dos en la candidatura del PSOE por Madrid. Salió diputado y le nombraron secretario de Estado del Plan Nacional sobre Drogas. Un año después, defraudado por el trato recibido, regresó a la judicatura. Y a continuación se volcó en el caso GAL, que a punto estuvo de acabar con Felipe González en la cárcel.

Ha habido otros episodios de ida y vuelta. Por ejemplo el de José Antonio Alonso, ministro de Justicia con Zapatero, que retornó a la Audiencia Provincial de Madrid, donde tenía plaza en excedencia. Y entre fiscales, el de Mariano Fernández Bermejo que, tras cesar como ministro de Justicia, volvió a la carrera fiscal, en la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo.

Considero poco admisible que un juez ingrese en la vida política, con todas las consecuencias, y que luego pueda volver sin más a su anterior profesión e impartir justicia. Estamos ante un evidente caso de puerta giratoria, tan criticadas -y con razón- cuando se refiere a políticos que se pasan a la empresa privada.

Ahora se han conocido dos episodios más de esa práctica, en mi opinión irregular.

La titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Las Palmas de Gran Canaria, Victoria Rosell, dio la sorpresa al anunciar que abandonaba el cargo para ser cabeza de lista de Podemos al Congreso. Elegida diputada en las elecciones de diciembre, ahora ha renunciado a volver a ser candidata y ha solicitado el reingreso en la carrera judicial.

Otro episodio viene protagonizado por Margarita Robles, vocal del Consejo del Poder Judicial, que, igual que ocurrió con Garzón, irá como número dos en las listas del PSOE por Madrid, detrás de Pedro Sánchez. Implica la excedencia como magistrada, pero ella aspiraba a que le mantuvieran abierta la puerta del retorno conservándole su plaza como magistrada del Supremo.

El Consejo del Poder Judicial ha rechazado esa pretensión, pierde la plaza, y Margarita Robles lo ha calificado de "venganza personal" del presidente, Carlos Lesmes.

Me cuesta mucho asumir estas puertas giratorias, singularmente en lo que se refiere a la Justicia. Por mucho que digan lo contrario, pienso que la imparcialidad y neutralidad quedan comprometidas cuando un magistrado, que ha optado por una actividad política directa, decide volver a vestir la toga. Por supuesto, resulta sospechoso a los ojos de los ciudadanos.

 

El actual titular de Justicia, Rafael Catalá, se ha mostrado partidario de estudiar cambios en el régimen actual de excedencias de los jueces, de manera que "se enfríen una serie de años" antes de volver a los juzgados si han desempeñado un cargo político. Sí, al menos habría que congelarlos por un tiempo.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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