José Apezarena

Criticas a Felipe VI

La Zarzuela notificó a la presidenta del Parlamento Catalán, Carme Forcadell, que comunicara al rey la elección del nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, solo por escrito, frenándole así en su intención de viajar a Madrid para informar personalmente al monarca.

Tal decisión, de no recibirla en audiencia, ha merecido valoraciones enfrentadas. La más común, de asentimiento y hasta de felicitación. Pero no han faltado algunas críticas, tanto entre analistas y tertulianos, como incluso de dirigentes políticos. Han sido las menos, la excepción, pero ahí están.

La discrepancia más llamativa se ha producido por parte del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que en una entrevista mostró su desacuerdo con la actuación del monarca respecto a Carme Forcadell. Su opinión es que debió recibirle en La Zarzuela.

Felipe VI, que ha adoptado desde su llegada al trono una actitud de prudencia, en algunos casos incluso exagerada, sin embargo ha empezado ya a protagonizar decisiones delicadas, con las que el rey está tomando algunos riesgos. El descarte de la audiencia a Forcadell es un ejemplo.

Ese destape concreto del monarca se comprende, porque tiene que ver con un asunto de la máxima importancia, como es la preservación y defensa de la unidad de España, en este caso frente al independentismo catalán.

Presenta cierta lógica que el monarca no muestre ninguna gana de recibir a una persona, como es el caso de Forcadell, que públicamente propugna, no sólo la separación, sino la instauración de la república. En su toma de posesión lanzó el grito “¡Viva la República Catalana!”.

Pero detrás de la actuación de Felipe VI no aparece solamente el rechazo hacia un individuo concreto, sino que manifiesta una expresa resistencia y oposición a la globalidad del proceso independentista. Y, además, el rey quiere que se sepa. Por eso protagoniza gestos externos como no recibir a la presidenta.

La omisión de la audiencia es, por descontado, absolutamente legal y correcta, en el sentido de que no contradice disposición alguna. En ninguna parte se manda que sea obligatorio recibir noticia del nombramiento de nuevo presidente de la Generalitat mediante una comunicación verbal en audiencia en Zarzuela. Técnicamente basta la notificación por escrito. El rey no está incumpliendo ninguna normativa. A lo sumo, romper una cierta costumbre.

Felipe VI ni apoya ni consiente ninguna cesión en lo relativo a la integridad de España, y protagoniza gestos porque quiere que se sepa. Es un mensaje al conjunto del país. Lo hizo igualmente la última vez que recibió a Artur Mas, ante el que se comportó con visible seriedad y distancia, tal como captaron las cámaras de las televisiones.

 

En este terreno no le importa correr riesgos. Desea dejar las cosas bien claras. Aunque alguno le pueda criticar. Porque esta no es materia menor.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena


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