José Apezarena

¡Dimita, señor Rajoy!

El "¡Váyase, señor González!", que en 1994 hizo famoso José María Aznar, durante el debate del Estado de la Nación, ha sido desde entonces el eslogan más deseado de la oposición contra el presidente de Gobierno de turno.

Lo han escuchado, con mayor o menor intensidad, los sucesivos presidentes, desde el propio Aznar a José Luis Rodríguez Zapatero y a Mariano Rajoy, este último recientemente, en la moción de censura protagonizada por Pablo Iglesias.

Cualquier ocasión es buena, políticamente hablando, para espetar al respectivo titular del Gobierno la petición, el consejo o la demanda de que abandone voluntariamente el cargo. Que se marche. Algo que, por supuesto, nadie ha querido escuchar, pero menos aún cumplir. Es normal.

Ahora ha vuelto a presentarse una nueva oportunidad de blandir ese lema, a propósito de la comparecencia de Mariano Rajoy en la Audiencia Nacional para testificar en el sumario del "caso Gürtel".

Casi no había terminado de hablar el presidente, cuando ya Pablo Iglesias saltó a la palestra pública para plantear un Pleno extraordinario del Congreso en el que comparezca Mariano Rajoy, con el fin de que dé explicaciones tras esa declaración "vergonzosa" (son sus palabras) en la Audiencia Nacional.

Un poco más allá, o bastante más allá, ha ido Pedro Sánchez. Quien, en una declaración leída en la sede de la calle Ferraz, ha pedido al presidente del Gobierno que presente la dimisión ante el rey, "por dignidad de nuestra democracia", y por la "mancha" que constituye ese "día negro" para España. Es el famoso ¡Váyase!, traducido ahora en ¡Dimita, señor Rajoy!

Mi impresión es que el susodicho Mariano Rajoy ni tenía ni tiene la menor intención de dimitir. Pero menos aún a tenor de lo sucedido en San Fernando de Henares. Porque el presidente del Gobierno, no solamente ha salido vivo de su comparecencia ante la Audiencia Nacional, sino que lo ocurrido hasta podría beneficiarle.

De cara a la gran opinión pública, pienso que Rajoy no ha quedado dañado por el paso ante el tribunal. Y a lo mejor ocurre lo contrario. Incluso puede haberle venido bien. Porque, de cara a esa gran opinión pública, el presidente ha dado la cara, no se ha escondido, ha comparecido a cara descubierta, se ha sometido a todas las preguntas, ha contestado... y hasta ha estado medianamente convincente.

No le han pillado en ninguna contradicción, las acusaciones no han esgrimido argumentos nuevos, no le han acorralado, se ha defendido con solvencia... Y ha dejado claro, negro sobre blanco, que él no está relacionado para nada con las finanzas, con los dineros del PP. Que es de lo que se estaba hablando.

 

Con el episodio de ayer, Rajoy se ha quitado un gran peso de encima. También porque va a resultar complicado que otro tribunal plantee una comparecencia semejante.

Eso sí. Escuchará mucho estos días el ¡Váyase señor Rajoy! Pero me parece que no va a hacer mucho caso. Ahora menos que nunca. Y no creo que me equivoque.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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