Disparos en Ceuta
Además de una lamentable tragedia, la muerte de una quincena de inmigrantes subsaharianos en Ceuta ha pasado a ser una cuestión de cierto calado político.
Lo es por la suma de incoherencias que aportaron al principio el delegado del Gobierno y el director general de la Guardia Civil, con versiones que después han tenido que ser modificadas. Incluyendo las rectificaciones que aportó el ministro del Interior.
La Guardia Civil, que ha proporcionado innumerables ejemplos de comportamiento solidario y sacrificado en la atención a inmigrantes, ha salido malparada con los incidentes de Ceuta.
La escena de guardias disparando pelotas de goma al agua, a un mar donde estaban nadando con dificultad decenas de subsaharianos, no es precisamente el gesto más humanitario posible. Pero si, encima, en el episodio perecen ahogados una quincena de inmigrantes, la explicación resulta aún mucho más difícil.
Y, ante un suceso de este calibre, lo peor que se puede aplicar es querer tapar las cosas, facilitar vídeos parciales y editados, no ofrecer información sobre exactamente cómo se desarrollaron los hechos. Y sobre quién dio la orden de disparar.
Por si fuera poco, la imagen de España recibiendo a tiros a grupos de inmigrantes, no es la mejor tarjeta de presentación para este país.
Dicho esto último, tampoco voy a dar demasiada importancia a los reproches que puedan venir de ese ente llamado Europa. Primero, porque la mayoría de los países europeos tampoco pueden presumir mucho en ese terreno. Pero, sobre todo, porque considero una enorme hipocresía ponerse a dar consejos, y hasta instrucciones, cuando el ente llamado Europa no mueve un dedo (ni tampoco un euro) para ayudar a las naciones-frontera, que han de afrontar en solitario el desafío de gestionar la presión migratoria. De esos inmigrantes que Europa no quiere ver en su territorio.
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