José Apezarena

Europa, ¡no nos des la plasta!

Europa ha sido durante años una esperanza, un deseo, un sueño, para generaciones de españoles, que veían en ella su lugar propio, su destino de cara al futuro. El sentimiento europeísta ha sostenido a buen número de pensadores y políticos. Y España es ya, con todo derecho, miembro del club.

Dicho lo cual, resulta evidente que ese paraíso llamado Europa en realidad no es tal. Sufre quiebras y disfunciones, tiene problemas de fondo, se dan errores y fallos. No tiene resueltos, ni mucho menos, sus dilemas y desafíos

Sin embargo, ahora, en España, algunos se dedican a apoyarse en el veredicto o el consejo de esas naciones para tratar de llevar el agua a su molino en cuestiones discutidas, y también para calificar y descalificar.

Por ejemplo, estamos escuchando que Europa ha lanzado un veredicto negativo contra la reforma del aborto que prepara este Gobierno, diciendo que se trata de un retroceso, nada menos que de 30 años.

Los partidarios del aborto repiten que nos alejamos del 'modelo' que reina en la generalidad de los países hermanos. Ocultan que Noruega acaba de dar marcha atrás modificando en su ley de plazos

Hemos visto a una ministra francesa, la titular de derechos de la mujer, atreverse a condenar a España por esa reforma. Y aquí le hemos dado cuartelillo a tope.

Y yo me pregunto. ¿Qué lecciones de derechos nos puede dar esa ministra, en una Francia que el año pasado expulsó del país, por las bravas, a veinte mil gitanos, trasladados a Rumanía por la fuerza? Gran número de ellos, por supuesto, mujeres. ¿Qué hizo la ministra?

¿Tenemos que aprender de Italia y su trato a los inmigrantes que viajan hacia Lampedusa, que han muerto a miles en el mar porque estaba prohibido auxiliarles? ¿Y de las duchas, desnudos y al aire libre, para desinfectar a los recién llegados?

¿Hay mucho que imitar en el actuación de los policías ingleses cuando entran en los ghetos de Londres y de cualquier otra gran ciudad?

 

¿Y qué decir del auge de la extrema derecha en países tan europeos como Austria, Holanda, Alemania y, por supuesto, Francia?

Por si fuera poco, el Consejo de Europa acaba de lanzar una admonición a España, entre otras cosas por lo que se llama la 'puerta giratoria', es decir, la facilidad con que los altos cargos salen de la política y acaban como consejeros en grandes empresas.

He de decir que eso me parece un comportamiento absolutamente rechazable, que debería ser erradicado. Pero que no levanten mucho la voz nuestros amigos europeos, porque se les podría recordar al ex canciller alemán Gerhard Schroeder y su fulgurante fichaje por los rusos de Gazprom. O el caso de la comisaria europea de competencia que ha acabado en el banco BNP. Y otros.

¿Qué quiero decir? Que hay que mirar a Europa, por supuesto, pero más como un proyecto que tiene que realizarse que como un paraíso alcanzado. Y que, a estas alturas de la película, nadie allí es más que nosotros porque sí. Que hay de todo, aquí y allá.

Dan, en fin, ganas de espetar, a esos que nos miran, nos analizan y después nos ofrecen paternales consejos, que nos dejen en paz. ¡Que, por favor, no nos den la plasta!

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