Faltan valientes en el PSOE

Algo pasa dentro del PSOE para que la mayoría de sus dirigentes no se atrevan a casi nada. Se trata de una constatación que viene de atrás.

La manifestación concreta es que se resisten a expresar lo que realmente piensan sobre asuntos principales, del partido o del país. Pero más aún se muestran renuentes a la hora de movilizarse, de hacer algo.

¿Será efecto tardío del famoso principio "El que se mueve no sale en la foto", la frase atribuida a Alfonso Guerra y que el ex vicepresidente niega haber pronunciado?

Mi conclusión es que dentro del partido se da una situación anómala: faltan valientes. Entre sus dirigentes prima la pulsión de no correr riesgos.

¿Por qué lo digo? En primer lugar, porque eran bastantes, muchos, los que no estaban de acuerdo con la deriva que venía tomando el PSOE con Pedro Sánchez, y sin embargo han callado como tumbas durante meses y meses, permitiéndole aventuras como el intento de investidura con Ciudadanos, y también negociaciones secretas con Podemos y con los independentistas para formar ese denominado "Gobierno de progreso".

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Era un escenario insostenible. No podía mantenerse indefinidamente, y explotó en el último comité federal, con las penosas consecuencias de haber mostrado públicamente lamentables luchas internas y divisiones siderales.

Ahora asistimos a otra situación de falta colectiva de arrojo. Porque en este momento la mayoría de los cargos del PSOE, nacionales y regionales, además de sus parlamentarios, consideran que la única salida que les queda, para ahorrarse unas terceras elecciones que serían demoledoras, es permitir que el PP forme Gobierno.

Esa es su opinión, y hasta su decisión, pero hasta ahora nadie se ha atrevido a reconocerlo públicamente. ¿Qué ocurre? Que todos tienen miedo a ser el primero en expresarlo, por temor a verse señalados, demonizados incluso. Y andan con remilgos y disimulos, deseando que el telón del silencio se rompa pero sin que nadie dé un paso para que así ocurra.

El problema es que el tiempo corre muy deprisa. Se acortan los plazos para adoptar las decisiones adecuadas que finalmente conduzcan a esa abstención que nadie admite pero que todos desean. Demasiado cálculo.

Lo dicho, faltan valientes. Aunque me temo que no es un problema solo del PSOE.

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