José Apezarena

El 23-F que Felipe VI no eligió

El pasado 3 de octubre, dos días después del falso referéndum de autodeterminación en Cataluña, Felipe VI saltó a las pantallas de las televisiones para expresar, de forma seria, contundente, determinada, que la independencia no iba a triunfar.

Un mensaje definitivo, que comprometió al monarca, pero que consiguió el efecto inmediato de tranquilizar a buen número de españoles.

Recuerdo que, poco después de la proclamación como rey, un destacado analista, buen conocedor de los asuntos monárquicos, me apuntaba que, si don Juan Carlos se consolidó definitivamente cuando hizo frente al intento golpista de Tejero, al nuevo monarca le haría falta también "su 23-F".

Ayer, el rey cumplió 50 años. Una celebración ampliamente explicada y comentada por los grandes medios nacionales, que han publicado suplementos y números especiales muy trabajados y completos. Pues bien, en un lugar y en otro se lee que el discurso del 3 de octubre fue el 23-F que "necesitaba" el nuevo rey.

En efecto, a medida que pasa el tiempo son más los que concluyen que aquel llamamiento, y compromiso, de Felipe VI por cumplir la Constitución, además de provocar un efecto balsámico en una opinión pública inquieta y desorientada, marcó un antes y un después. Y permitió que los españoles conocieran la solidez del actual Jefe del Estado.

Había jurado dos veces la Constitución, primero como Príncipe de Asturias y después en la proclamación como Rey, y esa noche dio garantías de que la defendería con la máxima firmeza.

El 3 de octubre salió a la palestra por decisión propia. Con un discurso que nadie le dio escrito sino que la trazó con sus propias manos, donde omitió deliberadamente palabras como "diálogo" (no fue un olvido), en el que no pronunció ninguna frase en catalán, porque estaba hablando al conjunto de los españoles, sobre una materia tan definitiva como la unidad de España, seriamente amenazada. Había que dejar las cosas bien claras, y las dejó.

Cuando a Felipe de Borbón se le preguntaba por aquel 23-F de 1981, solía contestar que "prefería no necesitar ese tipo de reválidas". Pero no ha tenido elección. No ha elegido "su 23-F", le ha venido dado. Solo hacía falta afrontarlo, y lo hizo.

Como escribe algún analista, hasta vivió su propio "incidente de Guernica" (la protesta contra don Juan Carlos en la Casa de Juntas, a cargo de un grupo de abertzales), al verse abucheado e insultado por los independentistas cuando asistía en Barcelona a la manifestación contra los atentados terroristas de las Ramblas.

 

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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