De Mato a Matas y de Rato a ratas

Se asombraba (o al menos eso dijo) ayer Mariano Rajoy, en el Pleno del Congreso, de que los medios informativos dediquen tantas páginas y tantas portadas a la corrupción. Y yo me asombro de que se asombre.

Me asombro, porque es tal la suma de escándalos, y las dimensiones de la inundación resultan tan espectaculares, que hasta me parece corto el tratamiento que vienen dando radios, periódicos, televisiones y digitales a la plaga de corrupción.

Ciertamente, lo pasó mal el presidente del Gobierno durante la sesión, paradójicamente dedicada a su plan de medidas contra la corrupción precisamente el día después de haber tenido que animar el cese de su ministra de Sanidad, Ana Mato, por las relaciones con el caso Gürtel.

Y tuvo que tragarse muchos sapos. Incluso en algún caso debería haber reaccionado con más gallardía, como las dos ocasiones en que su principal rival, Pedro Sánchez, lo descalificó afirmando que Rajoy no es persona de fiar. Aquí tal vez podría haber saltado.

Lo oradores estuvieron duros con el líder del primer partido, y unos y otros se esmeraron en sacudirle bien la badana. No es para menos.

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Hasta el portavoz de Amaiur, o sea la formación vasca vinculada al independentismo y en parte heredera de ETA, Mikel Errekondo, tuvo su momento de gloria cuando, como muestra de ingenio, le espetó a Rajoy una pareja de paralelismos: de Mato (Ana Mato) a Matas (Jaume Matas), de Rato (Rodrigo Rato) a… ratas. Un juego de palabras efectista, que, hablando de corrupción, no está exento de realidad.

Lo malo de lo ocurrido ayer en el Congreso es que se perdió otra oportunidad de que los políticos afrontaran, todos juntos, el azote de la corrupción. Y la gente está muy cansada con esos comportamientos. Así no llegará la solución necesaria.

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