José Apezarena

Mejor muertos que cuidarles

El suicidio de Britanny Maynard, la joven de 29 años que ha recurrido al suicidio asistido en el estado de Oregón, donde la ley permite a los médicos practicar la eutanasia, ha merecido portadas en diarios y televisiones. Por cierto, también ha abierto informativos en Televisión España, no se sabe si por convicción, por despiste, o más bien como artimaña para tapar cuestiones algo más dolorosas para el Gobierno desde el punto de vista político.

Maynard ha escenificado su anunciado final de manera bastante novedosa, en el sentido de que se ha dejado tomar imágenes no especialmente negativas o penosas, sino todo lo contrario, precisamente porque ella se planteó como objetivo influir en las políticas sanitarias de Estados Unidos con el fin de generalizar el llamado "derecho a morir con dignidad".

Los expertos coinciden en destacar que, con las fotos de su boda y otras imágenes familiares, que han circulado profusamente en redes sociales y en las televisiones, ha ofrecido una imagen distinta, más bien simpática y agradable, o al menos 'normal', sobre la eutanasia.

Ella se ha dirigido a audiencias jóvenes, a las nuevas generaciones, que ya han asumido el matrimonio gay o el consumo de marihuana, con la idea de que ahora acepten el suicidio asistido.

Sin embargo, las cosas no son tan positivas como ha pretendido transmitir Brittany Maynard con su campaña de imagen. La eutanasia es una gran tragedia humana y no constituye ningún avance para la humanidad. Todo lo contrario.

Jennifer Popik, una de las consejeras de la asociación "Derecho a vivir", ha declarado a Efe en Washington que las leyes que autorizan el suicidio "amenazan con hacer presión sobre las poblaciones enfermas y discapacitadas para impulsarles a quitarse la vida".

"Estas leyes no ofrecen a los pacientes 'dignidad'. Sólo el abandono de las sanitarios y de las familias, que se supone que deben cuidar a los pacientes y amarles hasta en los momentos más difíciles", ha añadido.

En resumen, que en no pocos casos no se actúa por piedad sino por egoísmo. Se prefiere quitarlos de en medio (eso sí, 'garantizando' un proceso lo menos doloroso posible) antes que cuidarlos. Que siempre es un engorro.

Por cierto. Es ya conocido, aunque quizá no demasiado divulgado, que jubilados de Holanda y de Bélgica están huyendo de su país, y trasladándose por ejemplo a vivir a Francia, por temor a ser 'eutanasiados' contra su voluntad, vistas las peligrosas legislaciones aprobadas en aquellos países.

 

La implantación de la nueva 'cultura de la muerte' tiene esas consecuencias.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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