José Apezarena

Miedo

Nuestros vecinos franceses están asustados. Muy asustados, diría yo, a la vista de las últimas medidas legales aprobadas por el Gobierno, un gobierno socialista, además.

La Francia de las libertades y de los derechos humanos, su Asamblea Nacional por muy amplia mayoría, acaba de dar vía libre a un proyecto de ley de espionaje que refuerza las escuchas telefónicas indiscriminadas y el control de Internet.

La ley otorga al primer ministro poder para decidir sobre el espionaje de personas, tanto telefónico como a través de internet, con el único control de una comisión compuesta por magistrados del Consejo de Estado y del Constitucional, además de parlamentarios y expertos. Aunque en casos urgentes puede incluso obviar ese requisito.

Legaliza también métodos de espionaje como la colocación de sensores en los coches, el uso de micrófonos escondidos, de cámaras ocultas y programas espía, junto con la posibilidad de reclamar a las operadoras de internet datos para analizar el flujo de tráfico que permita detectar una amenaza terrorista.

Eso es lo que se oculta detrás de la iniciativa: el miedo al terrorismo islámico. La ley se ha debatido en el contexto de los atentados de París de enero, que dejaron ver fallos en el control de personas próximas a movimientos yihadistas. Valls anunció entonces una ley para reforzar las atribuciones de los servicios de seguridad en la lucha contra estos movimientos a través del refuerzo de las escuchas y de la vigilancia de internet.

El resumen final es que esa Francia país de acogida, baluarte de los grandes derechos, ha renunciado a una notable porción de las garantías ciudadanas por miedo. Algo que no ha ocurrido en una España que, el 11- M, se vio sacudida por el más grave atentado islamista ocurrido nunca en Europa.

Para quienes se muestran tan aficionados a mirar hacia afuera pidiendo lecciones, en esta ocasión Francia no nos da ningún ejemplo.

La presidenta de Amnistía Internacional, Geneviève Garrigos, lo ha resumido, con amargura: "Es un día triste para la historia de las libertades individuales de Francia. Esta ley legaliza la intrusión masiva de los servicios del Estado en nuestra vida privada sin mecanismo de control digno de ese nombre".

Por miedo.

 

No termina ahí la cosa. El 52 por ciento de los franceses se declaran ahora partidarios de implantar la pena de muerte, abolida en 1981. Son 7 puntos más que el año anterior.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato