“Míster inhundible”. O sea, Rajoy
Cada vez que se recuerda el hundimiento del ‘Titanic’, sale a colación la figura de una de las supervivientes, Violet Constance Jessop, que salió viva de tres sucesivas desgracias marítimas.
Nacida en Argentina de padres irlandeses, el primer episodio al que sobrevivió fue el del transatlántico “Olympic”, en el que trabajaba como camarera. El 20 de septiembre del 2011, el barco chocó contra el buque de guerra HMS “Hawke”. Le perforó el casco y le dañó una hélice, pero pudo volver al puerto de Southampton. No hubo heridos. El capitán era el mítico Edward John Smith, quien al año siguiente se hizo cargo del “Titanic”.
En el “Titanic” se enroló Violet y, el 15 de abril de 1912, el barco se hundió. Murieron 1.500 personas. Ella, que tenía entonces 24 años, era una de las 23 mujeres que formaban parte de la tripulación, y pudo subir a uno de los botes salvavidas. Sostuvo a un bebé contra su flotador de corcho por horas, para evitar que muriera congelado, hasta que fueron rescatados.
El tercer lance se produjo en 1916, en la Primera Guerra Mundial. Alistada como enfermera de la Cruz Roja a bordo del “Britannic”, transformado en buque hospital, el trasatlántico fue atacado por los alemanes el 21 de noviembre, en el mar Egeo, y se fue a pique en menos de una hora: tres veces más rápido que el “Titanic”.
En esa ocasión, Violet se lanzó al mar y se golpeó en la cabeza, pero la rescataron. Desde entonces, era conocida como “Miss inhundible”.
Bajando a la política española, Mariano Rajoy se está acreditando de manera absoluta como un verdadero superviviente, por su capacidad para sobrellevar todo tipo de retos y crisis, y surgir de ellas vivo. Al menos hasta ahora.
Tras ganar las elecciones generales de 2011, se encontró una nación al borde de la bancarrota, con amenaza de ser intervenido, pero logró salir del paso sin que se produjera. Y, además, ha enderezado el rumbo económico del país de forma clara.
En este tiempo, se ha encontrado con crisis tumbativas, de todo signo, pero singularmente las derivadas del grave problema de la corrupción, que han ido dinamitando los apoyos del Partido Popular. Al mismo tiempo que iba creciendo un rival demasiado peligroso, como es Ciudadanos.
Pero Mariano Rajoy ha seguido ahí. Convertido, como la superviviente Violet, en un auténtico “Míster inhundible”.
Las generales de 2015 y 2016 configuraron un parlamento ingobernable, con enormes dificultades para formar una mayoría de Gobierno, pero el líder del PP consiguió ser investido. Desde entonces ha ido aprobando presupuestos y ahora tiene al alcance de la mano los de 2018, que la garantizarían llegar al final de la legislatura.
Mariano Rajoy sigue ahí. “Míster inhundible”.
Alguno podría sostener que el mero hecho de flotar tampoco constituye virtud muy singular, puesto que el paradigma de la flotabilidad es el corcho. ¿Rajoy flota como el corcho?
Puede ser. Pero también puede tener que ver con alguna habilidad suya.
Voy a referirme a la última peripecia, que ha protagonizado en primera persona porque él ha llevado las negociaciones.
Resulta que necesitaba los votos del PNV para sacar adelante los Presupuestos de 2018. Al mismo tiempo, se le estaba derrumbando un flanco muy sensible de su partido, con las protestas de los pensionistas que llenaban las calles por toda España.
Rajoy tenía un problema. Acababa de aprobar una reforma, muy costosa de defender, para que las pensiones no subieran más del 0,25% al año. Era una reforma propuesta por él mismo, con argumentos aparentemente contundentes e irrebatibles.
Pues bien. Con la mayor frescura, acaba de desdecirse a sí mismo, y ha aceptado que las pensiones suban este año un 1,6% y el próximo un 1,5%. En total, un 3%.
Con ese movimiento, ha conseguido el voto del PNV a los Presupuestos y se garantiza la legislatura. Y además contenta a los pensionistas, lo que da opciones de conservar su voto en las próximas elecciones generales.
“Míster inhundible”. Por ahora, claro.
Pero ya van siete años como presidente del Gobierno.
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