José Apezarena

Monago no puede seguir un minuto más

He dejado pasar unos días, a la espera de un desenlace digno, que sin embargo no se está produciendo. Así que no puedo menos que alzar ahora la voz para proclamar que José Antonio Monago no debe seguir ni un minuto más siendo presidente de Extremadura.

Tendría que haber dimitido inmediatamente después de que se hubiera descubierto el escándalo de sus viajes a Canarias con cargo al Senado, es decir, costeados con dinero de los contribuyentes.

De primeras, Monago adoptó una actitud de supuesta dignidad herida, hablando de campañas contra él y de amenazas, negando la mayor, para a continuación reconocer esa treintena de visitas en año y medio aparentemente en funciones de senador, y al final admitiendo que había actuado irregularmente.

Lo reconoció cuando anunció que había solicitado a la Cámara Alta la relación de esos viajes a Canarias para, dijo, "devolver el dinero". Con lo que admitió que había gastado recursos públicos en planes privados.

No es cuestión de mucho o poco dinero. No está ahí la clave. Lo decisivo es que un político destacado, gestor de los fondos en su comunidad, haya desviado dineros públicos a sus actividades privadas. Un presidente, además, que andaba lanzando solemnes mensajes de probidad personal y destilando severas críticas a la corrupción política.

Desde aquel preciso momento, Monago tenía que haber renunciado a presidir la comunidad autónoma. Por vergüenza torera, por dignidad personal, por aprecio a sus paisanos los extremeños, por consideración al Senado y por respeto a todos los españoles.

En cualquier país medianamente normal, un escándalo así habría provocado una salida inmediata. No ha ocurrido. No está ocurriendo. Y eso resulta lacerante, insufrible.

Tan insufrible como la increíble reacción de Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal y la cúpula del Partido Popular, aplaudiendo y abrazando a Monago la noche en que se descubrió el pastel.

Puedo entender que, para el PP, está en juego nada menos que la presidencia de Extremadura. Pero pienso que nada, ni siquiera una comunidad autónoma, justifica patrocinar la corrupción. Mucho menos aún visto el tremendo malestar que inunda España por los escándalos de los políticos. Si el partido pretende evitar verse aplastado por esa marea negra, la escena de los abrazos y palmadas en la espalda a Monago no es precisamente la mejor vía. Hasta el ciego más ciego se daría cuenta.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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