Nombrar presidente del Gobierno al general Armada

La perplejidad que causa la coyuntura electoral, en la que no acaban de adivinarse las mayorías posibles para llegar a la formación del futuro Gobierno, está llevando a algunos a recurrir a viejas fórmulas como posibles y aparentes soluciones.

Así, se vuelve a hablar de buscar, como supuesta salida, la nominación de un independiente, un tercer hombre ajeno a los partidos, un técnico o un tecnócrata, como candidato a la investidura. Se cita, incluso, como precedente, el caso de Italia y la designación en su día de Mario Monti.

Técnicamente tal opción es posible, puesto que la Constitución no impone al candidato condición alguna de procedencia, ideología o capacidades, excepto la simple designación por el monarca, después de celebradas las consultas con los partidos representados en el nuevo Parlamento. Cualquier española/a puede convertirse en candidato a presidente del Gobierno.

No es la primera vez que aquí se plantea una idea semejante, es decir, apostar por una tercera vía no vinculada directamente a la pertenencia a uno de los partidos en liza, que requeriría, por supuesto, su visto bueno.

Recurriendo a la historia reciente, viene enseguida a la memoria la "operación Armada". A finales de los años 80, España atravesaba un situación de grave crisis, económica y social, de orden público, con disturbios en las calles, a lo que se sumaba la ofensiva del terrorismo (132 muertos ese año) y la evidencia de unos partidos todavía no suficientemente articulados y fuertes.

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En tan difícil coyuntura, saltó la idea de buscar un Gobierno llamado "de unidad nacional", con un presidente de consenso, pactado entre todas las fuerzas, que se sometiera a la ratificación por el Congreso de los Diputados. Y fue entonces cuando se habló de un militar. Un general con una carrera brillante y, por si fuera poco, bien relacionado con la Corona: Alfonso Armada. Esa operación, cuya gestación recibió apoyos no sólo políticos sino también mediáticos, acabaría en la aventura del golpe del 23-F.

Ahora parece surgir de nuevo la tentación de buscar una "tercera vía": nombrar presidente del Gobierno a un nuevo general Armada o persona semejante.

Creo que sería un grave error. Además de constituir una anomalía legal, y de crear un mal precedente, tal "solución" sería el reconocimiento de un gran fracaso, con enormes consecuencias para el futuro: la incapacidad de nuestro sistema constitucional, legal y político, para solucionar los problemas de este país.

Con una nueva "operación Armada", el régimen salido de la transición, que tantos beneficios ha traído a España y que sigue siendo viable y necesario, quedaría gravemente desautorizado, herido de muerte. Con el agravante de que no tenemos una verdadera alternativa que lo reemplace.

Los partidos políticos, sus líderes, han de ser capaces de sacar a este país de la actual perplejidad y de cualquier riesgo de paralización. Sin falsas y extrañas soluciones.

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