José Apezarena

Pablo Iglesias bloquea la reforma de la Constitución

La Constitución de 1978 está a punto de cumplir los cuarenta años, y posiblemente sea verdad que le convenga algún retoque, además de los dos cambios menores ya aprobados en su día.

Políticamente, la decisión que hay que afrontar es: ¿Se aborda una reforma a fondo, en profundidad? ¿Una reforma que, por ejemplo, afecte a asuntos como la monarquía, la unidad de España, los derechos fundamentales de los ciudadanos? Estos supuestos requieren la llamada “reforma agravada”, es decir: aprobación por dos tercios en Congreso y Senado, disolución de las Cortes, elecciones, mayoría de dos tercios de nuevo en Congreso y Senado, y finalmente consulta a los ciudadanos por referéndum.

Dada la complejidad y dificultad de ese procedimiento, en estos momentos resulta altamente improbable que nadie proponga ni intente una modificación por esa vía, la del artículo 168 de la Constitución, en los asuntos de fondo mencionados.

Respecto a otros aspectos de la Carta Magna, no incluidos en los anteriores, el procedimiento resulta más sencillo, si bien requiere mayoría de tres quintos en cada una de las Cámaras, y, en segunda instancia, mayoría absoluta en el Senado y de dos tercios en el Congreso.

Descartado el primer procedimiento, el “agravado”, cabría un proceso de debate y de reforma por esta segunda vía. Pero ha aparecido un obstáculo posiblemente insoluble. Pablo Iglesias acaba de anunciar que someterá a referéndum cualquier modificación constitucional.

El líder de Podemos se acoge para ello al artículo 167.3 de la Constitución, que dispone que cualquier reforma (por esa vía sencilla) deberá ser sometida a referéndum si lo solicitan “una décima parte de los miembros de cualquiera de las Cámaras”. En el caso del Congreso, 35 diputados.

Podemos reúne ese número de diputados, y por tanto tiene en sus manos obligar a la celebración de referéndum.

Siempre se ha dicho que “los referéndums los carga el diablo”, pero esa afirmación resulta de máxima actualidad ahora, porque el peligro ha sido confirmado en casos bien recientes: la victoria del Brexit en Gran Bretaña, la derrota del presidente Santos en Colombia, y el fracaso y dimisión de Matteo Renzi en Italia.

En los ámbitos políticos y periodísticos se viene en llamar “hacer un Cameron” a la convocatoria de un referéndum para perderlo, como le ocurrió al entonces premier británico. Aparte de otras consideraciones, desde luego Mariano Rajoy no está dispuesto a correr el menor riesgo de hacer él mismo “un Cameron”.

 

Con su amenaza, Pablo Iglesias y Podemos acaban de bloquear cualquier posibilidad de un reforma constitucional, ni siquiera menor, que no cuente con su visto bueno. Un éxito por su parte.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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