José Apezarena

De los Papeles de Panamá a la información gota a gota

La práctica del riego gota a gota es uno de los grandes hallazgos de la agricultura. Entre otras cosas, permite mantener explotaciones rentables con un muy reducido consumo de líquido, algo esencial en las zonas donde escasea.

Gracias a esa técnica, algunos países, como Israel, han convertido en vergeles territorios de condiciones casi desérticas. Y en España ha resultado decisiva para amplias zonas, singularmente en el Sur, pero no solo.

Ateniéndonos al ámbito periodístico, ¿cabe el recurso de soltar la información a pequeñas dosis, con cuentagotas, un día un detalle o un nombre, más adelante otros, administrándola en función de coyunturas políticas, sociales, o incluso pecuniarias, en la búsqueda de alcanzar la mayor rentabilidad editorial o económica posible?

Por supuesto, entiendo que se practique el truco, o más bien picardía, de soltar una noticia de cierto alcance pero, al mismo tiempo, guardarse una parte de los datos como procedimiento para responder, en su caso, a quienes traten de rectificarla torticeramente.

De esta forma, ante un desmentido erróneo o mal intencionado, la aportación subsiguiente de esos nuevos detalles ratifica la primera entrega y descalifica también a los listillos. Lo han puesto en práctica algunos conocidos periodistas y medios españoles, con notable éxito además.

En el caso de los famosos Papeles de Panamá, tras la primera entrega de nombres, más numerosa y variada, después, cada día o cada dos días, han ido apareciendo nuevos protagonistas con cuentagotas. Mario Vargas Llosa, Oleguer Pujol, Imanol Arias, José Manuel Soria, Bertín Osborne...

Si la información gota a gota procediera de que el contenido de los papeles se va conociendo sucesivamente, porque no se ha trabajado el total del material disponible, tendría alguna justificación. Aunque, de todas formas, sería deseable que el inicio de la publicación se realizara precisamente después de haber analizado el global, que es además la forma de valorarlo en su conjunto y de clasificar los datos en función de su relevancia. Así se aplicó, por ejemplo, con los papeles de Wikileaks.

Si, por contra, se recurre a administrarlos buscando objetivos de notoriedad e impacto, por el procedimiento de aportar cada día una nueva guinda, una "sorpresa", el sistema no debería mantenerse mucho tiempo. No se debe jugar con las expectativas del personal, y mucho menos con los riesgos de infarto.

Pero también por respeto a la ciudadanía, que podría sentirse manipulada con esas discutibles prácticas, si existieran.

 

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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