José Apezarena

Pedro Sánchez ha disparado su última bala

La víspera de las elecciones generales, Pedro Sánchez estaba sentenciado, políticamente hablando.

A la vista de las encuestas, que pronosticaban de modo unánime que el PSOE quedaría incluso por debajo de lo alcanzado en 2011 (el peor resultado de su historia), los grandes barones del partido ya habían acordado pedirle que esa misma noche anunciara el abandono de la secretaría general, la constitución de una gestora, y la convocatoria de una congreso extraordinario para buscar otro líder.

Se confirmó la debacle, y los socialistas obtuvieron incluso menos escaños que cuatro años antes. Sin embargo los datos electorales salvaron a Sánchez por los pelos. El motivo está en el batacazo electoral del PP, con sus escasísimos 123 diputados, que le han colocado lejos la posibilidad de conformar una mayoría de gobierno.

Los problemas de Rajoy para volver a ser presidente del Gobierno dan al candidato socialista alguna posibilidad, aunque sea mínima, de supervivencia, por la línea de convertirse en alternativa para ocupar La Moncloa.

Pedro Sánchez se ha agarrado como un clavo ardiendo a esa opción que le puede evitar verse defenestrado. Y está dispuesto a hacer lo que sea para intentarlo. Lo que sea es lo que sea.

Por eso ha rechazado rotundamente cualquier posibilidad de un pacto de gobernabilidad con el PP, pero también la opción de facilitar un Gobierno popular en minoría por la vía de abstenerse en la votación de investidura. Y con él, por cierto, se ha alineado todo su equipo, los César Luena, Antonio Hernando, etc., entre otras cosas porque a ellos les alcanzará el mismo destino que a Sánchez: le seguirán en el éxito, si lo hay, y también en el fracaso.

Por eso Pedro Sánchez ya no descarta algún acuerdo con Podemos, donde se halla la única salida posible para intentar ser presidente del Gobierno. Incluso aunque Pablo Iglesias haya condicionado cualquier acuerdo de investidura a la celebración de una consulta soberanista en Cataluña. A pesar de que tal eventualidad es rechazada tajantemente por la práctica totalidad de los barones socialistas.

Por eso pretende retrasar el Congreso Federal y ya ha anunciado que se presentará a la reelección a la secretaría general.

Con tales decisiones, el secretario general se ha posicionado irremediablemente frente al personaje más poderoso del socialismo, la secretaria de Andalucía y presidenta de la Junta, Susana Díaz.

 

Y así, Pedro Sánchez acaba de disparar su última bala.

Si el intento le sale bien, salvará el pellejo y logrará lo que se ha convertido en una obsesión casi patológica: ser presidente del Gobierno. A cualquier precio. Al precio de hacer todo tipo de concesiones a Podemos. Al precio de colocar a este país al borde del abismo, si hiciera falta.

Como digo, Pedro Sánchez está dispuesto a intentarlo por encima de todo. Con eso, el actual líder del PSOE de alguna manera empieza a parecerse al genuflexo Artur Mas.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena


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