José Apezarena

Rajoy, ha llegado la hora de la política

Mariano Rajoy ha consagrado estos dos años y pico de gobierno a sacar a España de la crisis económica, es decir, a eludir una intervención exterior, a bajar la prima de riesgo, a sanear el sector financiero, a recortar el déficit...

Se ha dedicado a los asuntos aparentemente más graves y urgentes, y parece que no pocas de esas metas se están alcanzando. Y ese es un balance que hay que anotar en su 'haber'. 

Pero, en el 'debe' figura que se ha 'olvidado' de otros muchos cometidos, ineludibles

para cualquier gobernante. Uno de ellos, y no el menos importante, explicarse: hacer pedagogía de lo que estaba aplicando, a un país dolorido y maltratado por muchas de sus medidas. Ha habido muy poca explicación.

Es inevitable, por eso, que aparezca el paralelismo con el famoso 'despotismo ilustrado', aquel todo para el pueblo pero sin el pueblo. Y eso, en estos tiempo, constituye un error grave. 

Embebido en las urgencias económicas, Mariano Rajoy ha 'pasado' por ejemplo de la gente, de la ciudadanía, que no ha figurado entre sus prioridades, convencido de que un éxito económico final servirá para que le perdonen todo.

Y que eso ocurra está por ver. Más aún si las buenas cifras macro, que están ahí, sin embargo no acaban de notarse en la calle, en el bolsillo del español de a pié cuando llegue 2015. 

Dedicado a sacar España de la bancarrota, el presidente del Gobierno ha descuidado prácticamente todo lo demás. Por ejemplo, una cuestión tan delicada como la gestión del final de ETA, algo que le echan en cara cierto grupos de víctimas del terrorismo. Y también la cercanía y atención a esos mismos colectivos.

Cosa parecida ocurrió con la derogación de la doctrina Parot y el escarnio de las salidas masivas y urgentes de asesinos etarras: apenas nadie preparó, previó y canalizó las consecuencias.

 

Por si fuera poco, su partido, el Partido Popular, ha permanecido desgobernado y desnortado, grogy por las turbulencias del caso Bárcenas, que además tampoco ha sabido gestionar.

A la vista están las rebeliones de barones, las desobediencias públicas, las críticas a medidas adoptadas por el Gobierno, la falta de respaldo a los ministros y a algunas de las grandes decisiones y leyes, la ausencia de política de comunicación... 

El espectáculo de las resistencias autonómicas a la ley de Educación y los navajeos con la ley del aborto, son una expresión más de la falta de dirección y de liderazgo.

Rajoy no ha atendido a los medios ni a los periodistas, La Moncloa no ha cuidado a los corresponsales extranjeros...

Tampoco se ha ocupado de José María Aznar, sabiendo cómo se las gasta. Y le va ha pagado con el desplante de su ausencia en la Convención Nacional de Valladolid. 

El presidente del Gobierno se ha dedicado a sacar a España del desastre económico. Lo está consiguiendo en gran medida, y hay que agradecerlo: es un gran servicio al país. Pero no basta. Y mucho menos aún debe mantener esa exclusividad a partir de ahora.

Rajoy tendría que entender que ha llegado el momento de la política, con letras mayúsculas. Es la hora de hacer política. En asuntos tan graves como el desafío catalán, sin duda. Pero también de desandar no pocas de las decisiones tomadas hasta aquí en relación con las subidas del IRPF (ya ha anunciado algo en Valladolid), los recortes en sanidad y educación... 

Es igualmente la hora de movilizar a los suyos y de sacarlos a la calle a explicar lo que se ha logrado, y más aún lo que se va a poder conseguir: el futuro que nos aguarda.

Rajoy y el PP tienen que volver a conquistar el corazón de sus votantes, con paciencia, con dedicación. Necesita sembrar de nuevo ilusión. Las elecciones se ganan suscitando esperanzas, algo que en este momento no existe.

¿Queda tiempo? Creo  que aún es posible cambiar tendencias. Pero, cuanto más se demore en iniciar el trabajo, más complicado resultará. Y, si tarda, acabará siendo imposible.

Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato