Valls con barba, Mariano Rajoy

Una de las líneas maestras de la crítica socialista al Gobierno del PP ha sido hasta ahora afirmar que andaba desarrollando una política gravemente equivocada en materia económica, empeñado en apostar solamente por recortes y más recortes, en lugar de dar oxígeno a la economía y abrir alguna ventana a la expansión.

Y apuntaban, como contraejemplo, las políticas socialistas desarrolladas en Europa, con la vecina Francia en primera posición.

Bueno, pues el discurso se ha derrumbado tras el anuncio del flamante nuevo primer ministro, Manuel Valls, de poner en marcha un plan de recortes de 50.000 millones.

"No podemos vivir por encima de nuestras posibilidades", resumió Valls. El gasto público en Francia supone el 57% del PIB, y la deuda supera el 90%.

Francia cumplirá sus compromisos de disminución del déficit público, dijo Valls, no porque se trate de una imposición europea, sino porque es la base de la credibilidad y de la confianza, y para obtener margen de maniobra para invertir y asegurar el futuro del modelo social francés.

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De ese plan de recortes, lo que más ha llamado la atención aquí, en España, es que el Gobierno galo va a congelar las pensiones y los sueldos de los funcionarios. Decisiones que coinciden con dos de las medidas del Gobierno Rajoy más duramente criticadas por Rubalcaba y sus compañeros de ejecutiva.

Ayer resumía la situación, de forma irónica, un conocido tertuliano diciendo que, si a Manuel Valls le pusieran barba, sería Mariano Rajoy. Y otro se preguntaba, visto lo visto, a qué partido socialista van a apuntarse ahora Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano.

Entre tanto, ellos dos, junto con el resto de dirigentes de Ferraz, guardan un conveniente silencio sobre la deriva iniciada por su fraternales correligionarios de París.

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