José Apezarena

Cuando el ‘acompañante’ se convierte en peligroso

El escándalo del llamado 'pequeño Nicolás', el muchacho detenido tras hacerse pasar por lo que no era, colarse en ámbitos políticos y tratar incluso de vender presuntos favores a cambio de dinero, ofrecía como uno de los puntos más relevantes su presencia en la recepción del nuevo rey Felipe VI, en el Palacio Real.

Al margen de rubores por ese episodio, y de debates sobre organización, este último episodio ha puesto en cuestión un asunto mayor: la seguridad que se presta en los edificios oficiales, en los partidos, con los líderes políticos, pero sobre todo en relación con la familia real.

La Zarzuela ha tratado de quitarse las pulgas como podía, afirmando que sus protocolos de seguridad son fiables, y que el citado individuo no se les coló, sino que entró en palacio como 'acompañante' de un invitado oficial, este sí chequeado y revisado, y que por tanto ofrecía las garantías adecuadas.

Pero es que el problema está precisamente ahí, en las personas que acceden a esos lugares restringidos junto a un asistente 'oficial'. La costumbre que se ha impuesto en los servicios de protocolo es elaborar la invitación con el nombre del afectado y el añadido "y acompañante".

Por cierto que, al ser una denominación genérica, dentro de esa categoría cabe casi todo. Desde la esposa legítima a la amiga o querida, y en el caso femenino el marido y el amigo, pasando por cualquier otro tipo de personaje, de toda procedencia posible.

Conozco a algún, habitual de las recepciones en el Palacio de Oriente, que ha llevado consigo allí a su hija. E incluso hay otros que han tenido ese detalle con un colega de trabajo, que de esa forma ha podido codearse con tan exclusiva concurrencia y satisfacer sus curiosidad sobre qué se hace y qué pasa en acontecimientos de ese cariz. Hasta han estrechado la mano de los reyes, los príncipes...

Lo ocurrido con 'el pequeño Nicolás', y la alarma consiguiente, está obligando a los departamentos de protocolo y de seguridad a corregir las rutinas actuales, que se han demostrado ineficaces.

Se ha comprobado en fin, y creo que ya era hora, que el acompañante puede llegar a ser incluso un peligro. Lo cual obligará, a partir de ahora, a tomarse algo más de trabajo cuando hayan de organizar los siguientes eventos oficiales. Porque va en su sueldo.

editor@elconfidencialdigital.com

 

Twitter: @JoseApezarena

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