Más agujereada que un queso de gruyere

Parece evidente que la actual ETA, la que queda todavía en la clandestinidad, se encuentra más agujereada, por informadores policiales, que un queso de gruyere. Lo cual es una magnífica noticia, por supuesto.

La última comprobación tiene que ver con la pantomima de la entrega de armas en presencia de los llamados mediadores internacionales. Días antes de que se escenificara el anuncio y de que se difundiera el vídeo por la BBC, los servicios de información españoles lo conocían todo, y con detalle.

Tal como se ha contado en ECD, supieron con antelación de la carta anónima enviada a los verificadores citándoles en Toulouse, vieron su llegada en tren, cómo los recogió un individuo "con gafas y gorro", que los llevó en coche a una vivienda, a la que entraron por el garaje.

Sabían de dónde procedían las armas (un zulo próximo) y de la cantidad y calidad del escueto alijo. Estuvieron al tanto de la grabación del vídeo para la BBC, controlaron idas y venidas, mensajes cruzados, y que las armas han vuelto de nuevo al zulo.

Entre infiltrados, que haberlos haylos, agentes del CNI desplegados en territorio francés, guardias civiles operando en colaboración estrecha con la Gendarmería, vigilancias electrónicas, teléfonos pinchados, correos electrónicos interceptados... la decisión de la banda de renunciar al terrorismo se parece más a un acto de resignación por impotencia, por imposibilidad de llevar a cabo sus tropelías, que a una meditada reflexión política.

Baste pensar que, en los dos últimos años de actividad de la banda, prácticamente todos los planes de atentado forjados en Francia para realizar en España resultaron neutralizados, por uno u otro 'motivo'. Detenciones casuales de comandos, controles de carretera 'aleatorios' que localizaban coches sospechosos...

En fin, que ETA era poco menos que un queso gruyere. Y lo sigue siendo. Afortunadamente.

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