La amarga protesta de Pilar Cernuda

No descubro nada si digo que Pilar Cernuda es una de las periodistas más acreditadas en este país y con mejor información.

Es una profesional que se trabaja las noticias a pie de calle, a pie de despacho y de Congreso, y con una agenda de contactos como pocos. A eso se añade en evidente rigor a la hora de contar lo que sabe.

Además de otros altavoces, Pilar protagoniza cada día en Onda Cero, en el informativo de las dos de la tarde, una sección denominada “El Bisturí”, imprescindible porque aporta claves y exclusivas.

Hablo de Pilar Cernuda porque el viernes le escuché, en “El Bisturí”, una amarga protesta y considero que tiene toda la razón. Por eso me hago eco aquí.

Claramente enfadada, denunció que cada día son más los casos de políticos, y hasta portavoces oficiales, que cuentan, anuncian, descubren y aportan a los periodistas datos, para que los utilicen en sus informaciones o comentarios, y que, cuando esas revelaciones salen a la luz, a continuación las desmienten ‘oficialmente’.

Los mismos interlocutores que facilitaron la información, salen a las pocas horas a la palestra públicamente para decir que lo afirmado, que contaron ellos mismos, no tiene fundamento, o incluso que es mentira. ¡Increíble!

Suele producirse después de que alguien, en su partido, en su grupo, se haya enfadado al escuchar el anuncio, el nombre, el plan, y pida explicaciones y busque responsables. Y, entonces, el informador o filtrador, en lugar de reconocer que él era la fuente, se protege desmintiendo lo que él mismo había revelado, y que además era verdad.

Le pasa a Pilar Cernuda, les ocurre igualmente a otros periodistas, y por supuesto sucede en alguna ocasión también aquí, en El Confidencial Digital: se obtiene una información, de fuente autorizada, y después esa fuente niega y desmiente públicamente lo por ella misma contado.

Lo novedoso es que la epidemia va a más. Por eso entiendo el enfado de Pilar Cernuda.