José Apezarena

La “amarga victoria” en Andalucía

La victoria de José María Aznar en las elecciones de 1996, cuando ganó por vez primera a Felipe González tras quince años de mayorías del PSOE, fue tan por lo pelos y provocó tantas dificultades para formar un Gobierno estable, que, para definirla, entonces llegó a utilizarse la expresión “Amarga victoria”. Que, por cierto, es el título de una famosa película de 1939, con Bette Davis como protagonista.

Susana Díaz ha ganado las elecciones andaluzas y se perfila, sin ninguna duda, como presidenta regional. Y, sin embargo, ella, y el PSOE en su conjunto, han logrado lo que también podríamos llamar una “amarga victoria”.

Pedro Sánchez se ha apresurado a intentar capitalizar el resultado del domingo, diciendo que es “un triunfo del PSOE”, olvidando que la candidata se ha esmerado durante la campaña en ocultar las siglas del partido, y que a él solamente le ha permitido participar en dos actos electorales.

El secretario general necesita exhibir triunfos y éxitos, para asegurar su propia cabeza, y por eso ha proclamado que Andalucía se convierte en síntoma, el primer escalón de la recuperación electoral del socialismo.

Sin embargo, insisto, el resultado de Susana Díez bien puede calificarse de “amarga victoria”. Victoria, por supuesto, porque va a poder gobernar, aunque sea en minoría, con mayor tranquilidad que la situación anterior, cuando Izquierda Unida le hacía pagar muy caro su apoyo. Ahora, la presidenta se ha zafado de tan incómodos compañeros.

Pero amarga, porque no ha conseguido superar el listón de los 47 diputados que ya tenía. A punto ha estado de repetir el fiasco que se conoce como “hacer un Artur Mas”. Es decir, repetir la hazaña histórica del presidente catalán, que convocó un adelanto electoral y al final salió con menos diputados de los que antes tenía.

Y sobre todo porque, con relación a las anteriores autonómicas, el PSOE ha perdido en Andalucía 120.000 votantes, en unos comicios, por otra parte, donde la participación ha sido casi cuatro puntos más alta. Con un 35,6% de los votos, lo del domingo representa el peor resultado de su historia, peor incluso que en 2012.

Amarga porque la mayoría de esos tránsfugas han acabado en Podemos, el partido que tiene como objetivo hacerse con el electorado y el lugar ideológico y sociológico del PSOE. El partido de Pablo Iglesias se ha propuesto sustituirles. Y este primer desafío en las urnas, aunque no les ha salido todo lo bien que esperaban (quince diputados son muchos, pero menos de los que calcularon), sin embargo confirma que Podemos ha iniciado el proceso de recambio.

Andalucía estará políticamente tranquila estos próximos cuatro años, pero el riesgo inmediato son las próximas generales, a finales de 2015. Serán la prueba de fuego para ver si Podemos logra conquistar el espacio electoral del socialismo, y el PSOE acaba como los griegos del Pasok, tal como pronostican no pocos agoreros.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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