José Apezarena

Un amargo debate para Pedro Sánchez

Para Pedro Sánchez, no fue el de ayer un plácido estreno parlamentario como candidato a la investidura. Más bien lo contrario: lo pasó bastante mal.

No le resultó cómodo ya desde el inicio, cuando un Mariano Rajoy zumbón, que pareció no tomarle muy en serio, ni a él ni a su partido (con sus comentarios sobre que "a lo mejor le entendían"), situó el debate en una zona de pelea personal, utilizando un tono desenfadado y socarrón que Sánchez no domina muy bien. Y por tanto su contestación se quedó bastante corta.

Pero el principal daño lo sufrió de Pablo Iglesias, el orador más efectista, y que aprobó con nota su estreno en la tribuna del Congreso. Porque sus demoledoras críticas no venían de "la derecha", sino de un partido "de izquierdas", que además aspira a ocupar el espacio político del PSOE e incluso a fagocitarlo.

El líder de Podemos habló de "partido del crimen de Estado", con un pasado "manchado de cal viva". Y de tráfico de influencias. Restregó al candidato que, con él, su partido había obtenido el peor resultado electoral de la historia. Y calificó el acuerdo con Ciudadanos de "pacto de las oligarquías".

Sánchez intentó responder, en tono poco agresivo, recordando a un militante socialista asesinado "por esos que usted llama presos políticos", aludiendo así al comentario de Iglesias sobre Otegi, y tuvo que escuchar en la réplica cómo el portavoz de Podemos le llamaba "miserable" por "usar políticamente las víctimas del terrorismo". Aún más. Le pidió educación y que le mirara a los ojos cuando le hablaba, en lugar de estar escribiendo. "No nos trate con displicencia", exclamó.

Iglesias volvió sobre la guerra sucia, al decir que los poderes habían prohibido a Sánchez pactar con Podemos. Citó entonces a Felipe González, para pedirle que no escuchara sus consejos y no se fiara de alguien que tiene "el pasado manchado de cal".

De nuevo en la tribuna, el candidato volvió a morderse la lengua, porque la única respuesta a esos duros ataques a la historia del partido y a uno de sus líderes más queridos, fue: "Estoy muy orgulloso de Felipe González".

El por qué de la actitud de Pedro Sánchez está en que, si tiene alguna posibilidad de convertirse en presidente del Gobierno, eso pasa por el voto o la abstención de Podemos. Y, por tanto, no puede entrar en una guerra total contra ellos porque los va a necesitar.

Pero esa es una actuación que le perjudica internamente, de cara su propia militancia, que detecta debilidad en el candidato. Y también ante la opinión pública en general.

 

Lo dicho. Un debate amargo para Pedro Sánchez, que no ha salido precisamente fortificado. Y lo reconocían ayer en los pasillos destacados socialistas. Alguno de ellos, indignado con Pablo Iglesias, propugnaba no volver a sentarse con Podemos nunca más. Aunque no le van a hacer ningún caso.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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