José Apezarena

Por qué aplican el artículo 155 solo a medias en Cataluña

Por carácter, y también por experiencia política ya larga, Mariano Rajoy no es persona de excesos ni exageraciones, sino más bien de medias tintas, de no agotar las cosas, de evitar extremos y estridencias. Es lo que le sale.

Y es lo que ha vuelto a practicar en Cataluña, con la aprobación de un artículo 155 que en realidad se está aplicando a medias.

Las posibilidades que proporciona ese artículo son inmensas, pero a Mariano Rajoy se le ha encogido el brazo. Por citar alguna muestra, baste mirar el exquisito cuidado que ha tenido con los Mossos y con la televisión autonómica.

La policía catalana ha sido puesta bajo el mando de uno de los integrantes de la anterior cúpula, a la que numerosos agentes calificaban, por supuesto, de independentista, pero sobre todo de cómplices de las maniobras del Govern y sus adláteres en la conspiración para romper con España.

La televisión catalana, TV3, sigue a su aire. Y buena prueba de ello son las quejas y reconvenciones, puramente verbales y casi simbólicas, por parte de la Junta Electoral, que no hace más que pedirle que deje de hablar de “consellers encarcelados”, de llamar “Govern en el exilio” al grupo de fugados a Bruselas, y de designar a Puigdemont como “Presidente en el exilio”.

El asunto no es menor, porque esa televisión es la que consumen con avidez los sectores independentistas más movilizados, los que promovieron el intento de desconexión y la proclamación de la república catalana. Así que…

Casi a título de broma, tras el 155 la única medida contundente tomada es la decisión de que los bienes históricos del monasterio oscense de Sijena, guardados en el Museo de Lleida, sean devueltos a su lugar de origen, en cumplimiento de las providencias judiciales.

Soraya Sáenz de Santamaría, “presidenta” de Cataluña, ha tenido buen cuidado en no aparecer por allí, y los ministros de no utilizar los despachos de la Generalitat.

Por eso, desde Cataluña, instancias que han luchado a brazo partido contra el independentismo, dando la batalla en la calle, acusan a Rajoy de lentitud y de falta de energía en la aplicación del 155. En su opinión, tendría que haber sido aprobado para seis meses o un año, y aprovechar ese tiempo para aplicar cirugía institucional. Algo que no es está haciendo.

 

Consideran que un cáncer necesita cirugía, y no terapias conservadoras, y ven al presidente del Gobierno débil y mal aconsejado: pusilánime, pese a tener todos los instrumentos políticos y legales en su mano.  Y por ello se temen que, tras las elecciones del 21 de diciembre, todo siga igual. O incluso peor.

Por lo visto, tan extrema prudencia presidencial persigue el objetivo de no pisar más callos, de no causar más enfados. Pero, la verdad, el pisotón asestado con el cese de todo el gobierno autonómico y la convocatoria de elecciones resulta tan contundente, que me parece que los remilgos de ahora no van a calmar en nada a los independentistas

Dicho todo lo cual, a lo mejor la decisión adoptada por Mariano Rajoy es la acertada. A lo mejor.

Lo malo es que, para cuando se pueda comprobar, si el resultado final es malo, ya no tendrá remedio. Un ocasión histórica perdida. Y lo lamentaremos amargamente.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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