José Apezarena

¿Arde Cataluña?

Comités de Defensa de la República.
Comités de Defensa de la República.

¿Arde París? Dicen que inquirió repetidas veces Adolf Hitler, tras haber dado orden a las tropas alemanas de prender fuego a la capital de Francia, que habían empezado a evacuar. Afortunadamente, no le obedecieron.

Atendiendo a la actualidad, durante las horas siguientes al anuncio del fallo del Supremo sobre el procés, con duras condenas a los inculpados, todos ellos líderes máximos del independentismo, no pude dejar de plantearme una pregunta semejante: ¿Arde Cataluña? Y estuve atento a ver cómo se desarrollaba la jornada.

Transcurridas las horas, y no obstante algunos incidentes ocurridos ayer, en estaciones y aeropuerto sobre todo, la realidad es que Cataluña no está en llamas. Ni mucho menos.

Desde mi punto de vista, la primera respuesta dada a la temida sentencia del procés podría incluso calificarse de bastante moderada.

Al mismo tiempo, me vinieron a la memoria algunas situaciones que, en el pasado, se vivieron en torno al terrorismo etarra y al ambiente terrible que vivía entonces el País Vasco.

Acerca de ese problema, durante años algunos analistas sostuvieron que determinadas decisiones, más sustantivas, más graves, no se debían tomar porque eso provocaría una auténtico estallido social, una ola de insumisiones y de violencias imparable y definitiva.

A pesar de eso, entonces se adoptaron decisiones judiciales de magnitud extrema, como fueron, por citar tres, el cierre del diario Egin, convertido en portavoz del mundo violento, la clausura de las herrikotabernas, y la detención de la cúpula de Batasuna al completo.

A priori se creía que hechos de tal dimensión, clausura del diario de referencia del abertzalismo y meter en la cárcel a los burukides filoetarras, harían saltar en pedazos la situación en las calles del País Vasco, convirtiéndolo en un nuevo Úlster.

No sucedió así. En realidad, apenas pasó nada. Con lo que se comprobó que la nuda aplicación de la ley puede constituir un remedio bastante eficaz. Incluso definitivo. Es lo que acaeció en Euskadi, donde esas dos medidas marcaron en realidad el principio del fin del terrorismo de ETA.

 

Aplicando los paralelismos necesarios, opino que la sentencia del procés puede provocar en Cataluña algo semejante.

De momento, y ya es una comprobación significativa, aquella tierra no está en llamas. No arde Cataluña. A pesar de la sentencia del 1-0, que Gabriel Rufián calificó ayer como "la más grave agresión contra el pueblo de Cataluña desde el juicio y fusilamiento de Lluis Companys".

Declaraciones, críticas, quejas, descalificaciones y hasta amenazas, las ha habido. Con el señor Quim Torra en primera línea. Pero, hechos, no. Se están cuidando muy mucho.

Es que, con la sentencia, han comprobado que en España el Estado de derecho sigue plenamente vigente, y que adopta con decisión las medidas necesarias para protegerlo. Que se lo pregunten a los ahora condenados por el Tribunal Supremo. Ellos están en la cárcel, y los que se encuentran fuera no tienen ninguna gana de acabar entre rejas.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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