José Apezarena

Balas, navajas… jugar con fuego

Las cámaras de seguridad captaron a la pareja de Ahmed Coulibaly -uno de los terroristas de Charlie Hebdo- huyendo a Siria a través de Barajas.
Las cámaras de seguridad captaron a la pareja de Ahmed Coulibaly -uno de los terroristas de Charlie Hebdo- huyendo a Siria a través de Barajas.

El 23 de abril, una oficial de policía de 49 años, madre de dos hijos, que estaba desarmada, fue degollada en Rambouillet cuando entraba en la comisaría. El autor fue un tunecino de 36 años, desconocido para la policía, que había protagonizado una reciente deriva hacia la radicalización islamista.

Además del ataque a Charlie Hebdo, los asesinatos en el Estadio de Francia y en Bataclan; la decapitación de Samuel Paty, el maestro que defendió la libertad de pensamiento entre sus estudiantes, en los últimos cuatro años se han registrado 14 ataques en nombre del islamismo radical, han sido asesinadas 25 personas, y otros 36 intentos resultaron frustrados.

Según Le Monde, a pesar de tan macabra letanía, el país ha ido aguantando. Los gobiernos, de uno y otro signo, han intentado adaptar la legislación para fortalecer la lucha contra el terrorismo y garantizar el respeto del Estado de derecho.

El actual Ejecutivo francés estudia un proyecto de ley para mantener las medidas contenidas en la ley "antiterrorista" de 2017 y en la ley de "inteligencia" de 2015, y que adopta nuevas medidas como la vigilancia de los presos radicalizados tras su salida de prisión.

Si, hasta hace poco, esa reacción de unidad ha servido como escudo contra el terrorismo, la sucesión de atentados está debilitando esa posición, añade el periódico.

Una muestra es lo ocurrido tras el asesinato de Rambouillet. Inmediatamente, Marine Le Pen, que propugna una "legislación de guerra" frente al "islamismo", denunció la "laxitud" del Gobierno, y pidió que acabe la regularización de inmigrantes ilegales, insistiendo en que el asesino, que había entrado clandestinamente, había sido regularizado unos años después.

En esa reacción, de vincular terrorismo con inmigración, le siguieron otros líderes de la derecha. Lo que ocurre es que acaba de comenzar la campaña de las elecciones regionales, y en un año se celebrarán las presidenciales.

En un  titulado “Frente al terrorismo, el veneno de la demagogia”, Le Monde advertía de que instrumentalizar ese problema con fines electorales constituye un juego peligroso.

El problema es demasiado grave -dice- como para que se le añada el veneno de la demagogia con fines puramente electorales. En cada etapa electoral, la emigración ha sido instrumentalizada, con el fin de calentar a la opinión pública y de dividirla. Y, en los tiempos que corren -concluye el editorial- “eso se llama jugar con fuego”.

 

Aunque se trata de cuestiones muy diversas, sin embargo las reflexiones del periódico me parecen útiles aquí, respecto a los recientes episodios de envíos de proyectiles, balas y navajas, con mensajes amenazadores, y a algunas reacciones de estos días. Porque eso es también jugar con fuego.

Quienes quiera que estén detrás de tales episodios, como inductores o como autores materiales, están echando leña a un peligroso fuego, que no sabemos qué dimensiones vaya a alcanzar ni dónde puede terminar.

Y lo mismo practican quienes buscan aprovecharse de las balas y las navajas con el objetivo de sacarles rédito electoral.

Como dice Le Monde, la seguridad es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos. En Francia y en España. Y requiere un debate democrático sin excesos. Sin veneno.

editor@elconfidencialdigital.com

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