José Apezarena

Ceuta se merece otra cosa

Agentes de la Guardia Civil, junto a extranjeros interceptados en la valla de Ceuta (Foto: Antonio Sempere / Europa Press)
Agentes de la Guardia Civil, junto a extranjeros interceptados en la valla de Ceuta (Foto: Antonio Sempere / Europa Press)

Ceuta es una ciudad autónoma marroquí, situada en la orilla africana del estrecho de Gibraltar, en el lado oriental de este”. Así pude ayer leer, alarmado, en Wikipedia, en la presentación de esa voz, cuando buscaba documentación para este articulo. ¡Una ciudad marroquí!

No obstante, cuando, a continuación, pinché en ese enlace, lo que apareció fue: “Ceuta es una ciudad autónoma española, situada en la península Tingitana, en la orilla africana del estrecho de Gibraltar, en el lado oriental de este. Está bañada por las aguas del mar Mediterráneo, mientras que al oeste y suroeste limita con Marruecos”.

Echando una mirada a su larga historia, que se remonta a los fenicios y griegos y a Cartago, Ceuta se incorporó en 1580 a la monarquía hispana y desde entonces ha seguido unida a España, sobreviviendo a asedios sucesivos por parte del sultán de Marruecos y también de la Marina Real británica. A todos ellos resistió, convirtiéndose en una ciudad heroica.

En 1812 pasó a ser ayuntamiento constitucional, y en 1978 la actual Constitución Española, como las anteriores, la reconoció como territorio componente de la nación española, integrándola en el nuevo modelo autonómico.

En 1995 se promulgó el Estatuto de Autonomía de la ciudad, alcanzando, junto con Melilla, el estatus de ciudad autónoma.

El 5 de noviembre de 2007, Ceuta recibió a los reyes Juan Carlos y Sofía. Hacía ochenta años que un monarca español no visitaba oficialmente la ciudad. En cuanto al actual monarca, Felipe VI tiene aún pendiente esa asignatura. Según fuentes oficiosas, el rey viajará allá en un futuro no muy lejano “si Pedro Sánchez le deja”.

Ceuta está de máxima actualidad por la entrada de miles de marroquíes la pasada semana, y el lunes lo ha sido por los incidentes alrededor de la presencia en la ciudad del líder de Vox, Santiago Abascal, que intentó celebrar un mitin y acabó ofreciendo una rueda de prensa.

Escribo estas líneas para proclamar que Ceuta (y los ceutíes) no se merece lo que estamos viendo estos días.

No se merece verse invadida, acosada, encerrada, por una multitud que llega de improviso desde Marruecos.

 

No se merece que haya habido falta de la información mínima, previa, para haber adoptado antes las precauciones más elementales.

No se merece que no disponga de medios suficientes para afrontar una emergencia semejante, ni para atender lo que todavía queda pendiente.

No se merece que se la utilice como elemento de enfrentamiento político entre partidos.

No se merece que no se haya producido un cierre de filas férreo, de todos, en torno a la ciudad y sus necesidades.

El presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición tendrían que haberse reunido para acordar una posición común y única. Y que se les viera juntos.

Ni tampoco se merece que, con motivo de estas nuevas circunstancias, sea escenario de enfrentamientos y altercados de la propia población ceutí, entre sí y con la policía.

Se impone una reflexión nacional sobre todo esto. Y disponernos a poner remedios. Los necesarios.

Mucho más cuando, como ya he escrito, en la cuestión de Ceuta (y de Melilla, por descontado) nadie va a venir a echarnos una mano. Estamos solos.

editor@elconfidencialdigital.com

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