José Apezarena

"Chalecos amarillos" contra Pedro Sánchez

Barricadas en la A-4 a la altura de La Carolina.
Barricadas en la A-4 a la altura de La Carolina.

Lunes en Santander, martes en Toledo, miércoles en Madrid… son algunas de las manifestaciones de agricultores previstas esta semana, segunda fase de la rebelión del campo, que estalló la semana pasada con notable virulencia.

La primera semana de protestas se concretó en catorce manifestaciones, desarrolladas en Andalucía, Extremadura, Castilla y León, Aragón… Para los convocantes, UPA, COAG y Asaja, han sido un éxito. Desde luego, eco han tenido.

El grito del campo siempre estremece más. Tal vez porque han ganado fama de sufridos, porque aguantan mucho, y porque tardan en expresar sus quejas. Pero, como sostiene el conocido dicho, “cuídate de la ira del manso”.

Las imágenes de las concentraciones en Don Benito y La Carolina han impresionado especialmente, también por los incidentes y altercados que se escenificaron. Viendo a estos últimos, a algunos les ha venido el recuerdo del “Andaluces de Jaén, aceituneros altivos” de la canción.

Los problemas vienen de atrás, se llevan arrastrando mucho tiempo, pero el detonante último ha sido la subida del salario mínimo interprofesional, que los productores agrarios consideran que va a ser la puntilla a su ya insostenible situación económica.

El propio ministro de Agricultura ha reconocido que la preocupación es generalizada en todos los sectores y territorios, aunque hay algunos "particularmente afectados", como el aceite de oliva, la fruta de hueso y la horticultura de invernadero.

Entre otras cosas, los agricultores solicitan una nueva ley de la cadena alimentaria. Se entiende, vistos los precios que se pagan en destino y la miseria que ellos cobran en origen.

Para arreglar la situación, a Pepe Álvarez, líder de UGT, no se le ha ocurrido otra que afirmar que detrás de las movilizaciones está “la derecha terrateniente y carca”, que domina las organizaciones sindicales agrarias. Un genio.

Lo que, en fin, parece claro, es que la llamada “España vaciada” se ha hartado y quiere hacerse oír con toda claridad.

 

Por cierto que aquí aparece otra más de las promesas incumplidas de Pedro Sánchez. Se comprometió con Tomás Guitarte, el diputado de Teruel Existe, a crear un Ministerio contra la Despoblación, para atender a la España vaciada, y no lo ha hecho.

El presidente ha dejado la España vaciada en manos de una urbanita como Teresa Ribera, vicepresidenta para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Que creo que no empatiza mucho con los problemas de los agricultores.

Por cierto que otra de las derivadas de la situación en el campo es el enfrentamiento entre CCOO y la COAG, su sindicato rural amigo, que se opone a la subida del salario mínimo por considerarlo incompatible con el campo.

Un informe de COAG concluye que elevar el SMI a 1.000 euros (que es la meta de CCOO) supondría un incremento del 50,4% de los costes laborales. Y ello en una situación de caída de la renta agraria (en 2019 bajó un 8,6%), junto con la falta de control de las importaciones procedentes de países que no dan ninguna cobertura social a sus trabajadores. Según la COAG, que tiene unos 150.000 afiliados, la subida de los costes laborales les “expulsa” del mercado

Y, a todo esto, ¿dónde está el SOC andaluz?

Como decía, los agricultores tardan en movilizarse. Pero, cuando lo hacen, resulta complicado pararles. Es la ira del manso. Parece que han perdido ya la paciencia, y pienso, que durante unas semanas, vamos a ver muchos enfrentamientos como los escenificados los pasados días.

Así que Pedro Sánchez ya tiene sus chalecos amarillos. A ver cómo lo gestiona porque, entre otras cosas, algunos de ellos, como Extremadura y Andalucía, son en principio territorios muy suyos. Aunque tal vez podría consultar a Macron.

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