José Apezarena

Con ustedes, las "cloacas del Estado"

"Something is rotten in the state of Denmark". Suele ser muy socorrido el recurso a la famosa frase de Hamlet, "Algo huele a podrido en Dinamarca".

Es que huele intensamente a podrido en Madrid, en la política madrileña.

Lo ocurrido alrededor de la renuncia de Cristina Cifuentes empieza a producir hasta náusea, por el negro trasfondo, sin ninguna duda delictivo, que se adivina por detrás.

No es la política en general. Son unos cuantos políticos miserables y corruptos, que engañaron a todo el mundo, que se aprovecharon de su poder y sus prebendas, y que se creyeron intocables. Pensaron que nunca lo pagarían, porque estaban conectados con las "cloacas del Estado".

Las manejaban para sus negocios, para auto protegerse, y ahora también, cuando se han visto defenestrados (y en algún caso en prisión), para ajustar cuentas con sus rivales. Ahora con Cristina Cifuentes. Que ha pagado muy caro haberse enfrentado a ellos.

Según contó ayer ABC, a finales de 2017 un empresario con intereses en la Comunidad de Madrid acudió a algunos diarios ofreciendo a sus máximos responsables documentación sobre la vida privada de Cristina Cifuentes que la dejarían mal parada.

Su propuesta fue: Te paso la información a cambio de que dejes de publicar cosas sobre el ático de Ignacio González. En ese material había pantallazos de un vídeo en el que se veía a Cifuentes pillada robando en un centro comercial.

Han salido a la luz las "cloacas del Estado".

El problema es que esos políticos miserables abundan. Y no solo en Madrid, por supuesto. Bastaría mirar a Cataluña. Y ahora a Valencia.

 

Huele a podrido también en los "poderes oscuros" del Estado. Esas cloacas integradas por ex agentes de información, ex funcionarios y ex comisarios, que se han dedicado durante años a recoger basura para utilizarla en su momento contra enemigos y rivales.

De tales sumideros salió el vídeo que ha puesto final a la carrera política de Cifuentes. Extraído en 2011, guardado desde entonces, y entregado a sus rivales para que la manejaran en el momento adecuado. Que ha sido este. El instante de la venganza.

Produce notable inquietud la existencia de esos "poderes oscuros", que son tolerados por el Estado (por los distintos gobiernos) porque proceden de su aparato, y también porque les han sido útiles en operaciones inconfesables. Vergonzoso.

No se deciden a desactivarlos también por otro motivo añadido: el temor a los documentos, vídeos y grabaciones que puedan conservar, que conservan, de unos y de otros: de líderes políticos, dirigentes sociales, ministros, periodistas, famosos, policías... Así, en muchos casos los poderes legítimos se han convertido en prisioneros de ellos.

Nadie se ha atrevido a reventar la cloaca. Ni, me temo, nadie se atreverá. Aunque huela a podrido. Con taparse las narices...

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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