José Apezarena

A quién dejó Rajoy con el culo al aire

Tengo que suponer que, cuando cerró la lista del nuevo Gobierno, Mariano Rajoy no se propuso como objetivo prioritario dejar en mal lugar a la práctica totalidad de los periodistas políticos de este país. Pero, deliberado o no, lo hizo. Les (nos) ha dejado con el culo al aire, dicho sea coloquialmente por supuesto.

No tengo nada especial contra las quinielas de ministrables. Yo también las he formulado, evidentemente. Nada contra ellas, con tal de que ofrezcan algún fundamento. Es decir, que partan de datos que se han reunido, de síntomas apreciados, y hasta filtraciones más o menos interesadas.

Me parece que, con las pegas que se les pueda poner, sin embargo esas especulaciones resultan interesantes, y hasta válidas, cuando proceden de ejercicios de análisis a partir de informaciones propias. Porque, entre otras cosas, reflejan las luchas de poder entre unos políticos y otros, los equilibrios internos de los partidos, y hasta los condicionamientos a que debe enfrentarse el Jefe del Gobierno a la hora de confeccionar su nuevo equipo.

Lo que pasa es que esta vez las dianas han resultado especialmente escasas. O sea, Rajoy se ha lucido en dejar en mal lugar a los que han (hemos) hecho quinielas.

Hay que explicar que parte de la culpa la tienen determinados interlocutores que están en contacto habitual con los periodistas. Gran número de fallos se han producido tras escuchar a altos dirigentes del Partido Popular, miembros del Gobierno, e incluso algunos personajes de la propia Moncloa.

No obstante, ha habido al menos dos aciertos: la salida de Jorge Fernández Díaz y la entrada de María Dolores de Cospedal. No es mucho, pero es algo. Aunque en el primer caso no faltó quien aventuró que acabaría teniendo otro ministerio, y en el segundo le adjudicaron departamentos como Fomento o Interior, que algunos hasta unificaron con Justicia para así darle más competencias y equipararle en lo posible al poder de su rival Soraya Sáenz de Santamaría.

En lo demás, los errores y trompicones han constituido la tónica en la mayoría de medios y periodistas.

El fallo más estruendoso, y generalizado, se centra en la ausencia de Jorge Moragas en el Gobierno: todos le dieron como seguro ministro de Exteriores. Y, por supuesto, nadie manejó el nombre de un perfecto desconocido, Alfonso Dastis, para suceder a García Margallo.

Los nombres de Íñigo de la Serna (Fomento) y Juan Ignacio Zoido (Interior) no los manejaba casi nadie. Y muchos apostaron por la salida de Cristóbal Montoro, apoyándose en los sarpullidos que provoca en la piel de Ciudadanos

 

Por no hablar de una cadena de radio que pronosticó “muy pocos cambios”, y que insistió en mantener posiciones tras anunciarse el Gabinete, cuando resulta que seis de los trece integrantes del Ejecutivo son nuevos, y ha habido modificaciones de la estructura en cuatro departamentos.

Para tener una idea de la magnitud del fiasco, bastaría con citar algunos de los nombres que las quinielas manejaron con ministrables y que sin embargo se han quedado sin nada: los gallegos Pilar Rojo y José Manuel Barreiro, Arsenio Fernández de Mesa (Defensa), Pedro Sanz, Alberto Nadal, Esteban González Pons (Portavoz), Elvira Rodríguez (algún ministerio económico), Rafael Hernando, Pablo Casado...

Y, casi a nivel de récord, una conocida web diaria ofreció los siguientes anuncios incumplidos: una segunda vicepresidencia (para Cospedal o De Guindos), ministrables María Dolores de Cospedal (Interior y Defensa), José Luis Ayllón (Relaciones con las Cortes), Luisa Fernanda Rudi (Fomento), José Antonio Marina (Educación), Jorge Moragas (Exteriores), Javier Maroto (Servicios Sociales), Cuca Gamarra (alcaldesa de Logroño, sin ministerio claro), Antonio Galván (alcalde de León, para Fomento), Alberto Nadal (Industria), José Ignacio Echániz (Sanidad), José Ramón Bauzá (Turismo) y Carmen Martínez Castro (ministro Portavoz). ¡Esto sí que es no dar ni una!

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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