José Apezarena

Quién está detrás de Fran Nicolás

¿Quién está detrás de Francisco Nicolás? ¿Quién se oculta tras las múltiples andanzas de ese nuevo pícaro, que ha conseguido poner contra las cuerdas, nada menos, a gran parte del aparato del Estado?

Porque nunca habíamos asistido a tan intensa oleada de desmentidos, ni de tan alto nivel, como los que saltaron en cuanto el escándalo salió a los medios informativos. Notas y comunicados oficiales de la vicepresidencia del Gobierno, de La Zarzuela, del Centro Nacional de Inteligencia… y hasta de los promotores de los casinos de Eurovegas. Demasiado.

La pregunta sobre quién se esconde a las espaldas de Fran Nicolás tiene fundamento, si se observa el increíble nivel de relaciones que ha conseguido: fotografías con ministros, altos cargos, empresarios… incluida la recepción en el Palacio Real y el saludo a Felipe VI.

Ha disfrutado de libre acceso a lugares muy restringidos, algunos oficiales, como varios ministerios, el Ayuntamiento de Madrid y la mismísima central del CNI, y otros paraoficiales como las oficinas de FAES y la sede nacional del PP y el balcón de la calle Génova, precisamente el día de la victoria electoral.

La incógnita planteada resulta también pertinente si se atiende a los espectaculares medios que ha utilizado, como esos coches de alta cilindrada, algunos de ellos oficiales (como el que le llevó a Puenteareas), sin olvidar la presencia de policías municipales, de guardaespaldas…

Hay que añadir datos tan sorprendentes como la contravigilancia que puso al secretario general de Manos Limpias y las conversaciones telefónicas suyas que conocía; que un alto cargo policial le encargara recoger en un hotel madrileño grabaciones a un fiscal con una menor; y, por supuesto la rocambolesca y aparatosa detención a cargo de seis agentes de servicios internos.

Todo lo dicho apunta a que alrededor y por detrás de Fran Nicolás ha habido operativos mucho más cualificados y organizados, que lo han movido y se han servido de él, presumiblemente a cambio de contrafavores. Y de cultivar su ego desmedido.

Sobre todo asombra, frente a la hipótesis de que se trataría de la obra en solitario de un muchacho de menos de veinte años, la habilitación y posterior operatividad del famoso chalet de El Viso, en una zona restringida y cara de Madrid, convertido en ratonera para destacados personajes que han ido pasando por allí. La relación está aún por conocer, pero se habla incluso de un miembro del Gobierno.

Y más aún extraña que ese chico hubiera sido capaz de diseñar y de instalar en el chalet hasta treinta y cuatro cámaras, que son las que han grabado a esas personalidades haciendo no se sabe qué ni con quién.

 

No hay duda. Alguien, o ‘álguienes’, han estado detrás de Francisco Nicolás en la articulación de ese local y sus instalaciones. Le han tenido que ayudar, y no precisamente personas ignorantes de los sistemas adecuados y de las posibilidades que ofrecen tales mecanismos de grabación

Es vieja artimaña, muy utilizada por servicios sospechosos, eso de tener chalet y viviendas, más o menos discretos y camuflados, donde proporcionar determinados atractivos, a la vez que se toman grabaciones comprometidas.

No es admisible que Francisco Nicolás haya estado solo en todo este urdimiento. A su lado han tenido que trabajar personajes especializados, hasta profesionales. ¿Para qué? ¿Con qué objeto? Tal vez lo sabremos cuando se desvelen las imágenes captadas por esas treinta y cuatro cámaras de televisión distribuidas aquí y allá por el chalet de El Viso. O tal vez no lo sepamos nunca. Como ha ocurrido con episodios parecidos en la historia reciente de este país.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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