José Apezarena

El día que Felipe González se apropió del yate de Franco

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez

Felipe González llevaba algo más de dos años como presidente del Gobierno, tras su primera victoria electoral por goleada, en las generales de 1982, cuando tuvo la ocurrencia de apropiarse del yate de Franco, el “Azor”.

Fue en julio de 1985. González y su esposa, Carmen Romero, protagonizaron un mini crucero por aguas portuguesas en el barco que desde 1949 había utilizado el dictador para sus excursiones pesqueras (por ejemplo, para la pesca del atún), vacaciones de la familia, algunos desplazamientos a San Sebastián, y para celebrar conversaciones con don Juan de Borbón sobre el futuro de Juan Carlos.

El presidente embarcó primero, en Lisboa, y después lo hizo su mujer, tras viajar en helicóptero desde Sevilla a la ciudad portuguesa de Portimao.

González quiso utilizar el barco para demostrar que Franco había sido definitivamente derrotado. Y que los dueños del Estado, y de todas sus pertenencias, eran el nuevo socialismo y su Gobierno. O sea (este era el mensaje que se quería enviar), que era de los españoles, del pueblo. Y que el viejo general había pasado a la historia.

Fue un error. La operación de propaganda le salió completamente al revés. No solo no le ayudó nada en su imagen, sino que cosechó notables críticas. Y no desde la derecha, sino sobre todo en la izquierda. El Partido Comunista, por ejemplo, consideró que había sido una provocación a la opinión pública de izquierdas.

González no lo volvió a utilizar. El barco fue subastado, nadie lo quiso para yate de recreo, un industrial lo llevó a Cogollos (Burgos) como supuesto gancho para su motel, que no funcionó y cerró. Por lo visto, finalmente un artista lo compró, lo convirtió en instalación, y acabo prensado en una serie de cubos.

Ahora, treinta y tres años después, otro presidente socialista quiere apuntarse tantos políticos con un símbolo del franquismo, el Valle de los Caídos. Le está costando, porque lo anunció para el mes de julio, luego para agosto, y finalmente la cosa va a quedar para finales de año. Si se logra, que está por ver.

Me pregunto qué votos cree Pedro Sánchez que va a recoger mediante esa maniobra de marketing. Desde la derecha, evidentemente, ninguno. Todo lo contrario. Tampoco por el centro le llegarán muchos apoyos.

Hay que suponer que piensa obtener un rédito electoral en la izquierda. Pero no estoy muy seguro de que desde los podemitas, y sus socios de Izquierda Unida, se vayan a desplazar hacia el sanchismo de nuevo cuño. Y entre los jóvenes, menos, porque me parece que pasan bastante de asuntos tan antiguos. Así que pocas ganancias me parecen.

 

Pero, eso sí. Si la culmina, Pedro Sánchez habrá pasado a la historia con esta operación. La cuestión es si con buena o con mal nota. Y me temo lo peor.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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