José Apezarena

Los efectos de unas vacaciones de Twitter

Con el título “La turba tuitera”, John Carlin firmó el lunes en El País una interesante columna, con la que coincido en gran parte y que por eso no me resisto a glosar, en la idea de compartirlo con los lectores de esta columna.

Afirma Carlin que se alegra de haberse tomado a principios de mes unas “vacaciones de Twitter”, porque de esa forma se evitó ventilar sus reacciones a tres noticias: la del concejal Zapata y su chiste sobre los judíos, la del Nobel inglés de la ciencia verborreando sobre las debilidades biológicas de las mujeres, y la de la activista estadounidense blanca que se decía negra.

Se refería al chiste del concejal madrileño de Podemos sobre los judíos incinerados en un cenicero, a la broma del científico Tim Hunt sobre las mujeres que lloran en los laboratorios cuando les critican, y al descubrimiento de que Rachel Dolezal, líder local de una organización opuesta al racismo, se había pasado años manteniendo que era de raza negra cuando la verdad es que era blanca.

Explica que, si las hubiera leído en ese momento, le habría resultado imposible no reaccionar inmediatamente y tuitear algo así como que el concejal era un cretino, que el científico era un viejo tonto, que la activista era una loca perdida. Con ello, se habría sumado “a la turba virtual linchadora contra tres personas de cuyas existencias no tenía ningún conocimiento previo”.

Después, acudiendo a la Red, se habría informado sobre ellos, los contextos en los que dijeron lo que dijeron o los entornos en los que vivían, y habría expresado su júbilo por que los tres se vieron obligados a dimitir de sus cargos.

No se sumó a la movida tuitera, y confiesa que se alegra porque, tras haber reflexionado, ve que la primera reacción era apresurada y mezquina, ya que existen al menos dos maneras de interpretar lo que hicieron esos tres personajes o de evaluar los castigos que se merecen. Y que en el fondo no se merecieron la destitución sufrida.

Sobre Zapata, afirma que su chiste fue de un mal gusto atroz y que demostró una lamentable falta de juicio para alguien que pretende representar a la ciudadanía en el gobierno de una gran ciudad europea. “Pero conocimientos de cine y literatura parece que sí tiene, no robó a nadie, que se sepa, ni se dio a la fuga después de arrollar la moto de un policía. Metió la pata, pero todos la metemos”.

En el caso de Hunt, y su propuesta de que los laboratorios deberían ser unisex, existen argumentos coherentes para pedir su dimisión, pero resulta que tanto su actual pareja como su ex mujer han declarado que conocen a pocos hombre menos machistas que él y que no se sabe de ningún caso en el que haya discriminado contra una mujer en el trabajo. Lo que no tengo tan claro -añade- es si la decisión casi inmediata de las autoridades de University College London de rendirse a la caza de brujas tuitera y obligarle a dimitir resulta positiva para los estudiantes de ambos sexos que ya no podrán gozar de sus inmensos conocimientos.

Rachel Dolazel no podía seguir al frente de una organización creada para defender los derechos de los negros, es verdad, pero también es cierto que las burlas y el veneno que se han lanzado hacia su persona en las redes sociales revelan una faceta bastante miserable de la humanidad. Como me decía esta semana un amigo nigeriano que vive en Nueva York, lo que hizo esta mujer a fin de cuentas fue pecar de un exceso de empatía, comenta.

 

¿La conclusión de John Carlin? Partiendo de la premisa -dice- “de que soy igual de culpable que cualquiera”, afirma que las redes sociales pueden convertirse en armas de destrucción masiva para las reputaciones de las personas y, por tanto, “antes de apretar el gatillo uno debería respirar hondo, apelar más a la generosidad que a la vanidad farisaica que uno lleva dentro y reconocer que uno no posee ni la información ni la autoridad moral para enjuiciar a una persona de la que no sabe nada, y menos en 140 caracteres”.

Me parece una reflexión bastante aprovechable. Y por eso me hago eco de ello, por si sirviera de algo.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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