José Apezarena

Y el peligro es Vox

Incendio provocado por manifestantes que apoyan a Pablo Hasel durante los disturbios en Barcelona. Europa Press.
Incendio provocado por manifestantes que apoyan a Pablo Hasel durante los disturbios en Barcelona. Europa Press.

Este país tiene por delante desafíos espectaculares, quizá como nunca en la historia reciente.

Podríamos colocar en primera posición una pandemia aún no controlada, con las incógnitas de las nuevas cepas que están apareciendo, y que contabiliza, según datos del ministerio de Sanidad 3.188.553 casos de coronavirus confirmados con prueba diagnóstica de infección activa, y 69.142 muertos con test positivo. Insisto, los datos oficiales, porque la realidad parece aún más grave.

Hemos entrado en una profunda crisis económica, con un millón de empresas amenazadas de desaparición y la destrucción de cientos de miles de puestos de trabajo.

La recuperación no empezará a notarse hasta 2022, y se anuncia que la deuda española alcanzará cotas nunca conocidas: por encima del 130% del PIB.

A la vez, las cifras de paro juvenil están en el 40%, y hasta el 50% según las zonas.

Y los datos de fracaso escolar y abandono nos sitúan a nivel de récord en Europa. Las evaluaciones de Bolonia nos colocan en el furgón de cola.

Dos de los pilares económicos del país se encuentran heridos de gravedad: el turismo, ahora desmantelado, y la fabricación de automóviles, que es una de nuestras bazas exportadoras y que ha caído mes tras mes. En enero, la producción descendió un 9%.

A nivel político, los independentismos mantienen su ofensiva para romper la unidad del país, con especial incidencia en Cataluña, donde las últimas elecciones han dado mayoría a los partidos nacionalistas.

La monarquía, pilar básico del sistema institucional, se ve zarandeada por los comportamientos del anterior rey, pero más aún por campañas de acoso y derribo orquestadas, incluso por uno de los partidos del Gobierno. Su supresión implicaría el derrumbe del esquema constitucional, sin que exista recambio previsto.

 

A lo que se suma una Constitución que necesita ser actualizada, lo cual requeriría un imprescindible pacto de los principales partidos.

Los medios de comunicación afrontan dificultades económicas y de modelo de negocio, y no acaban de dar con la clave para seguir mereciendo la confianza del público.

Tenemos un sistema judicial anticuado y lento, ineficaz, y, además de eso, politizado.

El consenso de la transición está a punto de desaparecer, desaprovechado por la inacción de los partidos y por la crisis de liderazgo.

Se está consolidando un alejamiento de la ciudadanía, decepcionada, respecto a los poderes y a los políticos, que salen muy mal parados en las encuestas de valoración.

Y ahora asistimos a episodios graves de violencia en las calles, sobre todo en Cataluña pero no solo.

Con todo esto, y alguna cosa más, ¿el peligro es Vox?

Tal como contamos hoy en ECD, PSOE y PP se están poniendo de acuerdo para formar un frente común contra Vox, una pinza que evite que siga creciendo el partido que lidera Santiago Abascal.

Vox muestra evidentes carencias, lo mismo que sus dirigentes. Se ha ido equivocando en diversos terrenos. Y en algunos puede incluso convertirse en un riesgo, como cuando empezó a propugnar la presencia de armas en los hogares. Pero, desde mi punto de vista, hay desafíos mucho más graves que exigirían un acuerdo de estado entre los dos grandes partidos.

Las amenazas descritas, y otras más, exigirían imperiosamente que los dos grandes partidos se sentaran para acordar soluciones de consenso y de futuro. Sin embargo, lo único que les ha reunido es tratar de pactar la renovación del consejo de RTVE y del Consejo General del Poder Judicial, y eso último ha quedado en el aire.

Si estuvieran pensando en el futuro del país y en los españoles, y no en garantizarse el suyo propio, estarían hablando y negociando para afrontar los verdaderos retos que tiene España.

editor@elconfidencialdigital.com

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