José Apezarena

No habrá otro 23-F (afortunadamente)

Felipe VI en el cuarenta aniversario del 23-F
Felipe VI en el cuarenta aniversario del 23-F

El 60% de los jóvenes de entre 18 y 34 años no saben qué pasó el 23-F, y más del 70% no tienen ni idea de quién es Antonio Tejero, según la encuesta publicada por La Razón.

Suele ser un lugar común sostener que los países que no conocen su historia están condenados a repetirla, pero yo no creo en tal afirmación. Más en concreto, considero que, a pesar de los desconocimientos citados, en España no habrá otro 23-F. Menos mal.

No lo habrá, por muchos motivos. Porque el país que vivíamos en 1981 apenas tiene nada que ver con el actual, porque en el mundo avanzado esos episodios no se producen, y también, por qué no explicarlo, porque el intento de golpe de Estado vacunó en España, por así decirlo, a los miembros del Ejército frente a cualquier aventura semejante.

El espectáculo de un guardia civil con tricornio subiendo a la presidencia del Congreso y disparando al aire al grito de “Todos los suelo”, que además ha dado la vuelta al mundo, constituye una de las imágenes más chuscas que hemos podido ver en nuestra historia reciente.

Estas últimas horas han vuelto a ofrecerse en las televisiones y, a título personal, reconozco que cada vez que las contemplo me avergüenzan de nuevo. En fin.

¿Hay aspectos desconocidos en el 23-F? Muchos. No se investigó la trama civil; no se aclaró la complicidad del CESID (actual CNI); no se ha explicado la visita a Armada, en Lérida, en vísperas del golpe, de los socialistas Enrique Múgica, Joan Raventós y Antoni Ciurana; algún prestigioso diario nacional tiene pendiente aclarar por qué apoyó en sus editoriales la llamada “solución Armada”, etc., etc.

Por eso parece obligado que se desclasifiquen los documentos que por lo visto aún no han salido la luz. Han pasado ya cuarenta años y tal vez es llegado el momento de airearlos.

Pero de lo que no cabe duda es de que el golpe de Tejero fracasó por la actuación del hoy vituperado Juan Carlos I. Los hechos son así, le pese a quien le pese.

Lo destacó ayer Felipe VI, en el acto conmemorativo celebrado en el Congreso, cuando afirmó en su discurso que la democracia sobrevivió al 23-F gracias a la firmeza y autoridad del rey Juan Carlos I.

 

Se montó, por cierto, un acto pobre, demasiado cauto, casi vergonzante, que sin embargo fue escenario de una sólida intervención de la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet. Por no darle, al rey ni le acercaron un vaso de agua que aliviara una ligera ronquera.

A Felipe VI, que acudió sin la reina y sin la princesa, no se le vio cómodo. Tal vez también por la elusiva presencia de un Pablo Iglesias, que montó el número antes del acto, con una rueda de prensa extemporánea a las puertas de la Cámara, y que al final no tuvo la cortesía elemental de aplaudir.

Ayer, el rey no podía dejar de citar a su padre, y de destacar el papel decisivo en la desarticulación de la intentona. Felipe VI, siendo niño, fue testigo privilegiado en La Zarzuela, cuando le mantuvieron despierto para que aprendiera, en palabras de su padre “cómo se desmonta un golpe de Estado”. Y porque se siente orgulloso de aquella actuación.

El reconocimiento es una cuestión de verdad histórica y de justicia. Así que, sin mucho entusiasmo en la expresión pero con enorme claridad en el contenido, Felipe VI afirmó sobre su padre: “Su firmeza y autoridad fueron determinantes para la defensa y el triunfo de la democracia". La pura verdad.

Ocurra lo que ocurra con los episodios económicos que ahora le asedian, ello no podrá borrar lo que protagonizó hace cuarenta años.

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