José Apezarena

Un homenaje “masónico” a las víctimas del Covid

La princesa Leonor, el rey Felipe, la reina Letizia y la infanta Sofía en el homenaje a las víctimas del coronavirus el año pasado
La princesa Leonor, el rey Felipe, la reina Letizia y la infanta Sofía en el homenaje a las víctimas del coronavirus el año pasado

Reconozco que no soy especialista en la masonería, ni, por tanto, en rituales masónicos, si bien sigo de lejos las peripecias de alguna de esas organizaciones, como es el caso de la Gran Logia de España, aunque solo sea porque me manda habitualmente sus boletines informativos, que leo con interés.

Traigo este preludio a cuento de que asistí con enorme atención el acto que se celebró el lunes pasado, en el Palacio Real, presidido por los reyes, de homenaje a las víctimas del Covid-19, personalizado en este caso en los profesionales sanitarios fallecidos durante la pandemia.

Lo analicé de cerca y en directo, en los estudios de Telemadrid, porque esa mañana me tocó participar como comentarista en el programa “Buenos días”, junto con Encarna Samitier, directora de 20minutos, dedicado íntegramente al acto oficial.

El ceremonial de este año ha resultado similar al primero, que se celebró un año antes: en el Patio de la Armería, en torno a un pebetero alrededor del cual se situaban, en círculos concéntricos, autoridades y homenajeados, con ausencia de cualquier signo religioso.

Recordé en esos momentos que el acto había sido diseñado por el entonces secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, cuyo poder en Moncloa se ha visto incrementado ahora, puesto que se ha convertido en el nuevo ministro de la Presidencia.

El rey entregó la Gran Cruz del Mérito Civil a las familias de los 102 sanitarios fallecidos, y se recordó que cerca de 130.000 profesionales han sido contagiados.

El acto estuvo solemnizado por la presencia de los reyes, presidente del Gobierno, altas instituciones del Estado, presidentes autonómicos, líderes políticos, embajadores... No participaron la princesa Leonor ni la infanta Sofía, sin que se haya ofrecido una explicación razonable. Tampoco asistió Vox.

Y, una vez más, dieron la nota con sus ausencias el lehendakari, Iñigo Urkullu, y el catalán, Pere Aragonés, precisamente dos de los socios que sostienen el Gobierno. Diríase que en esos territorios ningún profesional de la salud murió por el Covid, o bien que no merecen reconocimiento alguno.

Durante el programa que emitía Telemadrid me sentí especialmente conmovido cuando pude escuchar la actuación del Orfeón Pamplonés, el principal coro de mi tierra. Tal como comenté en ese momento, se trata de una agrupación musical muy querida, con proyección internacional. Mi padre fue orfeonista.

 

El programa del acto explicaba que es un coro intergeneracional, compuesto por 52 cantantes cuyas edades oscilan entre los siete y los 85 años, y que se les ofreció participar como reconocimiento a la iniciativa que tuvieron durante los peores momentos de la pandemia, cuando salieron a cantar a las personas ingresadas.

En el acto, fueron también motivo de homenaje los mayores vacunados, representados en Araceli Hidalgo, la nonagenaria de la residencia de Guadalajara que se convirtió en la primera persona en recibir la vacuna. En el Patrio de la Armería, ante los micrófonos, lanzó un mensaje de responsabilidad, sobre todo a los jóvenes.

Araceli, 97 años, es la misma que, aquel día en que le tocó la primera vacuna, delante de las cámaras de las televisiones, se santiguó antes recibir la dosis.

Durante el acto, hubo un minuto de silencio en memoria de los homenajeados, que estoy seguro de que Araceli, como tantos otros, calló físicamente pero internamente rezó una oración por los fallecidos.

El acto duró los 45 minutos previstos, fue casi perfecto, milimétrico, serio, demasiado frío tal vez, y siempre dentro de esa ordenación concéntrica en torno a la llama simbólica. Y resultó significativa la exaltación, por unos y otros, de la diosa ciencia como única salvación.

Quizá por todo eso algunos han hablado, como ya hicieron la primera vez, de un “homenaje masónico”.

Desconozco si tienen razón. Como he dicho, no estoy familiarizado con sus ritos.

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