José Apezarena

Iglesias desleal, demagogo, descarado, ventajista…

Pablo Iglesias
Pablo Iglesias

No recuerdo haber leído una tal suma de descalificaciones hacia un político en activo, pero mucho menos tratándose de todo un vicepresidente del Gobierno en ejercicio.

Me refiero a Pablo Iglesias, vicepresidente segundo, y al diario El País y el editorial publicado el lunes con este rotundo titular “Iglesias, desleal”.

Demagogia, descaro, obstinación en desprestigiar a su país, manchar su prestigio internacional, denigrar el marco institucional, ventajismo partidista, camuflaje, alineamiento con una potencia totalitaria

Son las imputaciones, acusaciones, que se formulan contra Pablo Iglesias en el editorial citado, y que concluyen en un resumen: desleal. Algunos, más lanzados, hasta habrían hablado de indignidad.

Iglesias ha declarado en el Diari Ara que en España “no hay una situación de plena normalidad política y democrática cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña uno está en prisión y el otro, en Bruselas”.

Tomaba así posición -escribe El País en su editorial- del lado de Moscú y del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, que ha comparado la situación del opositor Alexéi Navalni con la de los políticos independentistas catalanes.

El vicepresidente segundo “ha vuelto a denigrar el marco institucional del que forma parte”, puesto que subrayó que se estaba pronunciando desde su cargo en el Gobierno, añade el periódico.

“Resulta inaudito que un vicepresidente de un país europeo se aplique con tanta obstinación a desprestigiar a su propio país, más aún en medio del insidioso pulso lanzado por el Kremlin”.

Y recuerda otro episodio lamentable del líder de Podemos, cuando comparó el exilio de los republicanos tras la Guerra Civil con la situación de Puigdemont, “como si fuera lo mismo procurar sobrevivir a la aniquiladora represión de la dictadura franquista que salir huyendo tras transgredir las reglas de juego de un Estado de derecho”.

 

Tras recordar que la española acaba de ser calificada por The Economist como una de las 23 democracias plenas, de los 167 países que estudia, por delante de las de Francia, Estados Unidos o Italia, añade:

Cualquier democracia de las actualmente existentes puede salir tocada si se la compara con un modelo utópico e irreal, e Iglesias juega con esa tentación demagógica, camuflando con descaro sus responsabilidades de Gobierno bajo el barniz de que su formación es la que defiende de verdad los valores progresistas frente a su socio de coalición”.

“Es un camino francamente desleal el de desacreditar la democracia española, tratando de manchar su prestigio internacional. Debería preguntarse el vicepresidente cuán perjudicado queda el suyo ante los españoles que observan estupefactos semejante discurso en medio de un pulso con una potencia autoritaria. Es vicepresidente de ellos también, no solo de los votantes de Podemos”, concluye el contundente editorial.

Claro que, acerca de la claridad de criterio de Pablo Iglesias en materia de libertades y democracia, en marzo de 2015 defendió en una entrevista que "Venezuela es una democracia". Para añadir: "¡Qué envidia los españoles que viven ahí!".

Tres años después, en 2018, se desmarcó de sí mismo al afirmar, en la Comisión de Financiación de Partidos Políticos: "No comparto algunas de las cosas que dije en el pasado".

Quizá dentro de tres años, en 2024, Pablo Iglesias también se retracte de lo que ahora acaba de afirmar respecto a la democracia y España.

La pregunta es si, visto lo visto, y tras unas elecciones generales que ya se habrán celebrado, seguirá siendo diputado porque le hayan votado los ciudadanos. ¿Lo será?

editor@elconfidencialdigital.com

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