José Apezarena

El infierno de Pedro Sánchez

Pablo Iglesias abraza a Pedro Sánchez
Pedro Sánchez abraza a Pablo Iglesias.

La presencia de Podemos en el Gobierno se ha convertido para Pedro Sánchez en un auténtico infierno.

Un día sí, otro también, Pablo Iglesias, alguno de sus ministros, e incluso dirigentes del partido morado, se dedican a plantear alguna pega, reticencia, crítica o demanda… enfrente, y aun en contra, de la posición del resto del Ejecutivo, o sea de los demás ministros y aun del presidente.

Otro nuevo dato. Pablo Iglesias, como Pilatos, acaba de lavarse las manos ante las posibles consecuencias de la vuelta a la actividad económica establecida este lunes, diciendo que los ministros de Podemos no se hacen responsables de los muertos que vaya a provocar tal decisión. Eso se llama camaradería, solidaridad, espíritu de equipo…

Pablo Iglesias, que por cierto se encuentra desaparecido si nos fijamos en las concretas atribuciones en lo social que le corresponderían por la vicepresidencia segunda, se ha convertido poco menos que en la “oposición” interna al Gobierno de Sánchez

Por citar otro episodio, ha estado dando la matraca a propósito del ingreso vital mínimo, que incluso llegó a anunciar como un hecho, cuando el Consejo de Ministros ni lo había debatido, y desde luego sigue sin salir adelante.

Por no hablar de declaraciones, comentarios, entrevistas, en las que parece como si fuera la “alternativa” a este Gobierno, del que en realidad forma parte. Algo desconcertante la verdad.

Todo vale, con tal de desmarcarse, aunque ello provoque máxima incomodidad al Ejecutivo. Ayer mismo, aprovechando el 14 de abril, repitió su proclama de republicanismo criticando que el rey vista uniforme militar. A lo mejor es que no sabe que Felipe VI es militar de carrera.

En este caso, sin embargo, las redes sociales le dieron amplia réplica, difundiendo fotografías de sus buenos amigos Fidel Castro, Hugo Chaves y Nicolás Maduro ataviados todos ellos con ropa militar.

No le basta a este Gobierno tener que hacer frente al tremendo desafío de la pandemia del coronavirus, que además ha de mantenerse vigilante con el objetivo de parar los píes al vicepresidente segundo.

 

No sé si Pedro Sánchez estará lamentando haberse colocado la soga al cuello cuando firmó, a toda prisa, aquel pacto “progresista” que le llevó a formar el actual Gobierno, con cinco miembros de Podemos dentro: un vicepresidente segundo y cuatro ministros.

Quizá no se arrepienta, a pesar de los sudores que le viene provocando, porque con aquella firma consiguió lo que tanto ansiaba, sentarse en La Moncloa. Suele decirse que sarna con gusto no pica, y también que al diablo no le desazona el exceso de calor que hace en el infierno.

Pero de lo que sí estoy seguro es de que, en cuanto pueda, tratará de soltar el dogal. ¿Cómo? Disolviendo las Cortes en cuanto sea posible, en el instante en que haya una mejora en las encuestas, aunque sea pequeña, y convocando de nuevo elecciones generales para así tratar de rentabilizar lo que cree una gestión eficaz por su parte.

Y, de paso, desenganchar de una vez por todas a los molestos camaradas de Podemos.

El problema es que nada de eso va a ser fácil.

Aunque, desde luego, si eso no lo ve claro, optará por seguir en el infierno. A pesar de las llamas.

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