José Apezarena

En juego la supervivencia de Ciudadanos

Hablando de Podemos y de Ciudadanos, más de una vez he escuchado, en tertulias políticas en televisiones, la afirmación de que son partidos que "han venido para quedarse". En esos debates, he tratado de exponer un cierta discrepancia por mi parte.

Mi disentimiento lo suelo explicar recordando el caso de UPyD, la formación que creó e impulsó Rosa Díez. También se proclamaba que había llegado para quedarse, y sin embargo ahí está su situación actual: prácticamente desaparecidos.

Los viejos partidos, como es el caso de PSOE y PP, presentan muchos problemas, sufren abundantes carencias, cambian con dificultad, pero tienen a su favor que se trata de estructuras amplias, distribuidas por todo el país, bien engrasadas normalmente, con mucho militante y mucho cargo local, lo que les da una enorme estabilidad. Y, además, en las convocatorias electorales, su maquinaria les proporciona un apreciable número de votos, solo existiendo y manteniendo sedes hasta en el último pueblo.

Eso no ocurre, lógicamente, a las formaciones políticas de nuevo cuño, como le acaeció a UPyD y como atañe ahora a los recién llegados, Ciudadanos y Podemos.

En el caso del partido creado por Albert Rivera, afronta hoy una coyuntura especialmente delicada. Debe decidir qué respuesta da a las propuestas de Mariano Rajoy de negociar algún tipo de acuerdo de cara a la próxima investidura y a la formación de un nuevo Gobierno.

Su respuesta puede ser firmar una coalición con todas sus consecuencias, y por tanto entrando a formar parte del futuro Ejecutivo asumiendo algunas carteras. O bien limitar el acuerdo solamente a la investidura, y a los apoyos parlamentarios aislados que se negocien, pero sin integrarse en el nuevo Ejecutivo.

En cualquiera de estos dos casos, aunque lógicamente en mayor o menor medida, Ciudadanos vincula su presente y su futuro a la suerte que puedan sufrir el Partido Popular y sus gobiernos. Con el agravante de que su imagen pueda acabar subsumida en la del partido aliado, de forma que C's aparezca como una mera sucursal del primero, una organización sin personalidad propia. Es un riesgo muy real.

La otra posibilidad es que no acuerde nada con Mariano Rajoy, dejándole solo a la hora de la investidura y de la formación de Gobierno. En este caso, el riesgo que corre Ciudadanos es que se convierta en un partido irrelevante, innecesario para lograr mayorías, tapado por los otros dos que quedaron por delante en las generales, es decir, PSOE y Podemos, que capitalizarán la tarea de oposición. Otro peligro bastante real, igualmente.

En ambos casos, Albert Rivera se juega en gran medida la supervivencia del partido que ha creado y que lidera desde hace años. Así que tendrá que evaluar cuál de las dos apuestas ofrece menos riesgo, y a continuación adquirir las papeletas. Para bien o para mal, la suerte estará echada.

 

Video-Comentario del dia Confidencialmente:

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En Twitter @JoseApezarena


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