José Apezarena

Qué juraron cuando juraron la bandera de España

La ministra Margarita Robles, acompañada del Jefe del Estado Mayor del Ejército, pasando revista a los futuros oficiales en la Academia General Militar de Zaragoza.
La ministra Margarita Robles, pasando revista a los futuros oficiales en la Academia General Militar de Zaragoza.

“¿Juráis por Dios o por vuestro honor y prometéis a España, besando con unción su Bandera, obedecer y respetar al Rey y a vuestros Jefes, no abandonarles nunca y derramar, si es preciso, en defensa de la soberanía e independencia de la Patria, de su unidad e integridad territorial y del ordenamiento constitucional, hasta la última gota de vuestra sangre?”.

Los interpelados responden: “¡Sí, lo juramos!”.

El que toma el juramento replica: “Si así lo hacéis, la Patria os lo agradecerá, y premiará, y si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella”. Y añade: “¡Viva España!” y “¡Viva el Rey!”, que son contestados con los correspondientes “¡Viva!”.

Esta es en España, literalmente, la fórmula de juramento de la bandera, establecida oficialmente por una ley del año 1980.

Al menos tres grupos distintos de militares, todos ellos retirados, se han dirigido por escrito al rey formulando duras críticas al actual Gobierno (lo llaman “social comunista”, y efectivamente lo es), pidiendo su intervención para poner remedio a los males que, según ellos, amenazan al país.

Lo han hecho acogiéndose -dicen- a los compromisos contraídos en la jura de bandera, singularmente a la defensa de la soberanía e independencia de la Patria, de su unidad e integridad territorial. Bien está.

Pero tal como se contiene en la fórmula del juramento, esos militares se comprometieron a más cosas, que no pueden olvidar ni aparcar.

Juraron obedecer y respetar al rey, al que, sin embargo, han puesto en situación comprometida al reclamarle que tome medidas, algo que la legislación del Estado impide. Promesa incumplida.

Juraron obediencia a sus jefes. Pero han decidido ir por libre, al margen de ellos. Promesa incumplida.

 

Porque, ¿quiénes son sus jefes? En lo político, la ministra de Defensa.

Margarita Robles ha sido muy clara hablando de los firmantes de los manifiestos y de los participantes en el chat que proponía acabar con veintiséis millones de personas, niños incluidos: “Son personas que no merecían en su momento haber llevado el uniforme. Están atribuyéndose el ser representantes no sé muy bien de qué con unos chats y unas cartas que nos avergüenzan a cualquier demócrata”.

Les ha acusado de querer implicar al rey en la lucha política.

La ministra se ha dedicado también a llamar personalmente a otros militares retirados para que no participaran en intentos semejantes.

Y quién es su jefe natural, en la cadena de mando militar, al que, por serlo, juraron obedecer? Es el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, actualmente el general del Aire Miguel Ángel Villarroya.

El JEMAD ha criticado esas iniciativas porque “confunden a la opinión pública”. Dijo que las expresiones lanzadas muestran añoranza del franquismo. Remarcó el compromiso de las fuerzas armadas con la Constitución, desmarcándolas de estas “opiniones de ciudadanos particulares”. El hecho de que se hayan arrogado una “representatividad que no poseen” sólo “daña la imagen de las fuerzas armadas”.

Reivindicó el “buen hacer” de los militares, que conllevan “muchos sacrificios” en su labor de garantizar “la seguridad y la libertad” de todos los españoles. “Sacrificios que aceptamos voluntariamente con vocación de servicio a la sociedad a la que pertenecemos”.

Y destacó el respeto de las fuerzas armadas hacia la Constitución, “la norma que los militares hemos jurado o prometido defender y la que inspira todas nuestras actuaciones”.

Porque, en fin, los firmantes de los manifiestos juraron defender el ordenamiento constitucional, derramando, si fuera preciso hasta la última gota de su sangre. Se comprometieron a guardar la Constitución. Pero su propuesta al rey de que haga algo (porque por eso le escriben) no es constitucional. Promesa incumplida.

La fórmula del juramento de guardar todos esos compromisos, todos, termina de esta manera: “Si así lo hacéis, la Patria os lo agradecerá, y premiará, y si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella”.

Es lo que dice.

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