José Apezarena

El lado oscuro del CNI

La liberación de los tres periodistas españoles secuestrados en Siria constituye una de esas noticias que confortan y nos congratulan con la realidad. Y ello por más de un motivo.

En primer lugar, claro, porque se ha puesto fin con éxito a una comprometida coyuntura para tres informadores, que sin duda han temido por su vida más de una vez y que ahora se encuentran sanos y salvos en sus casas. Nos alegramos por ellos y con ellos.

Pero también porque unas cuantas cosas se han hecho bien. Dicho sea coloquialmente, "han funcionado". Se han encadenado muchas circunstancias, gestiones, trabajos y complicidades, hasta la exitosa culminación de ese difícil proceso.

Por detrás han estado, durante meses, muchas personas, en su mayoría anónimas. Y ha cobrado un protagonismo singular el CNI, el Centro Nacional Inteligencia, el organismo especializado en tareas de información, de vigilancia, de espionaje y contraespionaje, que para ello realiza también operaciones de campo, con agentes sobre el terreno, como la que ha conducido a la liberación de los periodistas. Y otras muchas.

Merced a su trabajo, durante estos meses nunca se perdió del todo la pista a los secuestrados, aunque es cierto que se vivieron momentos muy críticos, como el instante en que los separaron, cuando dejaron de estar juntos los tres. Sin olvidar el temor a que los captores, el grupo local Al Nusra, optara por "venderlos", a cambio de dinero, a grupos islamistas mucho más radicales, al Estado Islámico por ejemplo, que podría optar por aplicar su bárbaro procedimiento de cortar cabezas públicamente y delante de unas cámaras de televisión.

A lo largo de este tiempo, los miembros del CNI han estado informando sobre la situación, después han intervenido en las negociaciones para la puesta en libertad, han tratado con los intermediarios locales, y finalmente han actuado en los trámites de la liberación.

Desde el Centro se aconsejó a los familias que mantuvieran total discreción, que no hicieran del secuestro un debate mediático en España, porque resulta bien conocido que, en estos episodios, cuanto más se hable de los cautivos, cuando más alboroto se arme, los secuestradores concluyen que son más valiosos y entonces suben el precio del rescate.

El CNI ha realizado, una vez más, un buen trabajo. Enhorabuena.

Por voluntad propia, el Centro Nacional de Inteligencia apuesta habitualmente por el silencio y la discreción, por aparecer lo menos posible. Responden poco, cuentan poco, y eso, entre otros factores, ha contribuido a que, en torno al CNI, se haya creado un aura de misterio. Como anécdota menor, pero significativa, aún recuerdo aquella época en que, cuando se hablaba con algún portavoz, hasta ocultaban su nombre verdadero.

 

Félix Sanz Roldán, el incombustible director, se esmera en hablar de control democrático sobre las actividades del Centro, de cumplimiento de la ley en todos los aspectos de su trabajo, sin que falte la referencia al permiso del juez, un juez especial y concreto, para operaciones más delicadas, por ejemplo determinadas escuchas y seguimientos.

Todos los servicios secretos tienen un lado de sombra, casi inevitable. Incluido el CNI. También porque no siempre han trabajado con limpieza. Incluso dentro de la propia Casa, como ocurrió con aquella conspiración contra Alberto Saiz, el director que acabó dimitiendo y desapareciendo. Existe un lado oscuro, al menos en el pasado, al menos en el imaginario de muchos.

Y sin embargo han prestado servicios impagables al país. En la lucha contra el terrorismo de ETA por supuesto. Y frente a la amenaza islamista. Y con su trabajo de campo en tareas de información desarrolladas en zonas de guerra, donde había y hay soldados españoles desplegados. Justo es reconocerlo.

Ahora están siendo especialmente necesarios en tareas de inteligencia económica, para la defensa de los grandes intereses del país, incluyendo la protección a multinacionales hispanas frente a amenazas y ataques externos. Lo están haciendo en buen número de países donde existe presencia de firmas españolas. Y en la protección de las comunicaciones, en el campo de la defensa informática...

Volviendo al principio, el CNI ha hecho un buen trabajo.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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