José Apezarena

¡Leonor, Leonor!

La princesa Leonor.
La princesa Leonor.

“¡Leonor, Leonor!”, gritaban medio centenar de monárquicos que ayer se concentraron ante el Instituto Cervantes, en el que la princesa de Asturias presidió su primer acto en solitario, es decir, sin la compañía de sus padres.

Los asistentes respondían a la convocatoria que realizaron algunas entidades de reciente creación que se están mostrando muy activas en la promoción de la monarquía, con utilización intensa de redes sociales.

Al llegar y verles, y sobre todo al escuchar sus gritos, Leonor rompió en parte el protocolo para acercarse ligeramente a los congregados, a los que saludó con la mano, algo que también hizo cuando abandonó el edificio.

Las televisiones tomaron imágenes y entrevistaron a algunos de los asistentes, no pocos de ellos personas jóvenes, que se pronunciaron con calor a favor de la institución monárquica, del rey y de la familia real. No faltó quien afirmara que el futuro de España estaba en Leonor.

La princesa se comportó durante el acto con bastante soltura, y hasta improvisó una pregunta a la secretaria general del Instituto Cervantes. Y en todo momento se le vio atenta y sonriente.

Eso sí. La Zarzuela organizó un adecuado acompañamiento, aunque fuera a distancia, porque allí se vio al jefe de la Casa del Rey, ea jefe de protocolo y al jefe de prensa.

¿Por qué el Instituto Cervantes, en su treinta aniversario, para el estreno en solitario de la princesa? Algo tiene que ver el hecho de que, desde hace muchos años, siendo todavía príncipe, y después acompañado de Letizia, Felipe de Borbón siempre que ha visitado un país acude a la sede del Instituto Cervantes, como una muestra de la importancia que concede a nuestro idioma, al que siempre ha apoyado.

Y el saludo de la princesa Leonor a los que gritaban su nombre recordó de alguna manera lo ocurrido en el primer acto que protagonizó Felipe de Borbón, siendo todavía príncipe e igualmente con quince años: su primer viaje oficial internacional, para asistir, en nombre de su padre, al 450 aniversario de Cartagena de Indias, ciudad fundada por el español Pedro de Heredia.

El 31 de mayo de 1983, viajó a Colombia, en un Mystere de la Fuerza Aérea que él estrenaba, y le acompañó, también por vez primera, su nuevo secretario y ayudante, José Antonio Alcina. Igualmente se desplazó el presidente del Gobierno, Felipe González, que lo hizo en el DC-8 oficial.

 

El recibimiento al joven Felipe de Borbón resultó apoteósico, sobre todo por parte del personal femenino. Durante una parada naval, el príncipe y el presidente iban apoyados en la baranda de un barco, cuando se escucharon gritos de “¡Felipe, Felipe, Felipe!”. Ante la insistencia, Felipe de Borbón se volvió a González:

-¿A qué Felipe se referirán, presidente? ¿Saluda usted o saludo yo?

González contestó: “Alteza, yo creo que, por las edades de las personas que parecen chillar, la cosa va dirigida a Vuestra Alteza; así que salude sin miedo”.

Felipe respondió: “Yo creo, presidente, que debemos saludar los dos a la vez”. Y así lo hicieron.

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