José Apezarena

Nefasto Pablo Iglesias

Pablo Echenique y Pablo Iglesias en los Premios Goya 2018
Pablo Echenique y Pablo Iglesias en los Premios Goya 2018

Pablo Iglesias se ha convertido en una de las maldiciones para el Gobierno de Pedro Sánchez y hasta en un infierno para su presidente.

El vicepresidente segundo constituye un factor perjudicial, altamente negativo, para el equipo gubernamental en diversos ámbitos.

Negativo externamente, porque en Europa aguantan con dificultad la realidad de un Ejecutivo en el que se encuentran presentes los comunistas, algo que no ocurre en ningún país normal de la Unión.

Cuando sale fuera, esa circunstancia no constituye precisamente una buena tarjeta de presentación para Pedro Sánchez. No le miran muy bien. Que se lo pregunten a Angela Merkel.

Ni es tampoco una favorable baza negociadora su alianza con el marxismo militante y activo, compañeros, por si fuera poco, de chavistas y bolivarianos.

Pablo Iglesias asusta. En primer lugar, a Europa. Como ha contado en exclusiva ECD, Bruselas ha pedido a Pedro Sánchez que le retire de las negociaciones sobre la renta mínima europea.

El líder de Podemos plantea un coste de 12.000 millones, la UE lo considera inasumible, y ha reclamado a Madrid que lo aparte y que el interlocutor sea el ministro Escrivá. Que, por cierto, de eso sabe.

Y da pánico al mundo económico y a las grandes y medianas fortunas, que, asustadas por sus anuncios y amenazas, están buscando otros lugares donde custodiar sus dineros, distintos de España. Según informes especializados, se están deslocalizando, marchándose a Suiza y Luxemburgo, por ejemplo.

Detrás está, como último motivo, su propuesta de implantar una tasa a los patrimonios netos, de un 2% a partir del millón de euros, un 2,5% a partir de 10 millones de euros, un 3% a partir del 50 millones de euros y un 3,5% a partir de 100 millones.

 

Y eso que el vicepresidente ha tenido la desfachatez de soltar en el Senado que las grandes fortunas están “deseando” pagar más, practicando lo que denominó “patriotismo fiscal”.

Es también un martirio para el Gobierno del que forma parte por la guerra sucia que practica dentro del propio equipo ministerial, actuando por su cuenta, pisando territorios de otros, anticipando anuncios que tienen que ser desmentidos, provocando piques, retrasando acuerdos…Se ha convertido en un miembro desleal, que solo va a lo suyo, a su interés.

Y catastrófica ha sido su gestión, si es que puede llamarse así, como flamante vicepresidente ‘social”, es decir, vicepresidente segundo y ministro de derechos sociales y agenda 2030.

Iglesias no ha pisado una residencia de ancianos, que están a su cargo, antes, durante o después de la invasión del coronavirus, la pandemia que ha dejado decenas de miles de muertos en esos establecimientos, en teoría a su cuidado.

Por todo eso Pablo Iglesias es nefasto.

Dicen que Pedro Sánchez está a la espera de una circunstancia del corto plazo que cambiará las cosas.

Como Europa nos va a tener que financiar (se habla de que necesitamos 300.000 millones de euros), y eso equivale, con todas las letras, a un rescate, las condiciones que va a poner Bruselas serán tan fuertes (control de gastos que afectará a los sueldos de los funcionarios, a las pensiones, recorte de gastos sociales, aumento de la edad de jubilación…) que los ministros de Podemos no podrán asumirlas y abandonarán voluntariamente el Gobierno, dando, eso sí, un portazo.

Será el momento, por parte de Pedro Sánchez, de convocar elecciones generales, aprovechando también que las encuestas castigan notablemente al partido morado.

Es verdad que Pablo Iglesias se ha convertido en un suplicio. Pero hay que repetir que, si Sánchez ha metido la zorra (Podemos) en el gallinero, es porque así lo ha querido él. Nadie le ha obligado.

Aquí puede ser de aplicación lo de que sarna con gusto no pica.

editor@elconfidencialdigital.com

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