José Apezarena

Nos han escupido a todos nosotros

Gabriel Rufián en el Congreso de los Diputados.
Joan Tardá y Gabriel Rufián en el Congreso de los Diputados.

Si la credibilidad del Gobierno anda por los suelos, por tanto anuncio y contraanuncio, promesa y rectificación, y, lo último, por la chapuza de no haber detectado que el Brexit nos quitaba la voz en el conflicto de Gibraltar.

Si la imagen del presidente se torna casi irrecuperable tras sus múltiples errores, el penúltimo, anunciar que pensaba proponer un Mundial de Fútbol compartido por España, Portugal y Marruecos, cuando ninguno de los otros dos países, y tampoco la Federación, sabían nada, y que ha sido declarado irrealizable por la UEFA.

Si la fiabilidad (y la independencia) de la Justicia ha quedado un poco más en entredicho por las torpezas cometidas en el sonrojante intento fallido de negociar y nombrar un nuevo CGPJ, que ahora parece que tendrá que continuar en funciones.

Si en Bruselas se han plantado contra los presupuestos enviados desde España, y el FMI acaba de anunciar un frenazo en el crecimiento del PIB para el próximo año.

Si no era suficiente todo eso, hay que añadir ahora el riesgo de demolición que afecta al Parlamento, y singularmente al Congreso de los Diputados, sumido en una pendiente de desprestigio que están agravando los incidentes de las últimas horas.

No es que la Cámara se haya ganado la consideración y el aprecio de los ciudadanos, que eso casi nunca ha ocurrido. Pero es que últimamente se ha convertido en escenario de las actuaciones más lamentables, propias de lugares tabernarios y barriobajeros.

A los alborotos, lucimiento de camisetas, enarbolamiento de pancartas, exhibición de esposas policiales, llamadas al orden, pateos y abandonos de los escaños, se acaba de sumar la novedad del escupitajo.

Los protagonistas son casi siempre los mismos: unos personajes marginales, indocumentados supinos, groseros insultadores, desconsiderados y provocadores, que han convertido el hemiciclo en patio vecinal de baja estofa, y que finalmente han desembocado en una de las más tristes muestras de desprecio: escupir al adversario.

No hace mucho, critiqué a Rosa María Mateo por su falta de respeto al Congreso, diciendo que con ello faltaba también al respeto a todos nosotros, a los ciudadanos. De igual forma, ahora podría decirse que, con el arranque glandular de ayer, nos han escupido a todos.

 

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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