Nos sobra un Sánchez, necesitamos un Draghi

Pedro Sánchez llega al Consejo Europeo Extraordinario del 24 de mayo

El próximo día 18, Pedro Sánchez se encontrará con su colega Mario Draghi en Barcelona, donde ambos participarán, en la sede de la patronal Foment del Treball, en el Fórum Diálogo España-Italia. Se debatirá sobre los fondos 'Next Generation', de los que España e Italia son principales beneficiarios, y sobre el futuro de Europa.

No sé si, además, hablarán de otras cosas. Como por ejemplo, qué hace cada uno de ellos, y qué va a hacer, para sacar adelante su país de la actual crisis económica. Espero que lo hagan.

Porque ocurre que el presidente español y el primer ministro italiano están aplicando políticas económicas muy diversas, cuando no enfrentadas. Por ejemplo, en lo que se refiere a las personas que van a protagonizar en primera línea el esfuerzo de recuperación por encontrarse al frente de importantes empresas de titularidad pública. Empresas del Estado.

Mario Draghi está eliminando políticos de la presidencia de las empresas públicas y colocando expertos, ejecutivos y gestores independientes. Es decir, todo lo contrario de lo que hace Pedro Sánchez, dedicado a ubicar a amigos suyos, desconocedores de los cargos que reciben, cuando no auténticos incompetentes. Lo cual muestra un considerable desprecio por la defensa de los intereses generales.

Lo ocurrido en Indra es una muestra más. El súbito relevo en la presidencia, de Fernando Abril-Martorell, para colocar al desconocido Marc Mutra, ha provocado inmediatamente una caída en la cotización, que pasó a 7,15 euros, lejos de los 8 euros a los que se movía antes de que se conociera el relevo. Con tal movimiento, por cierto, los políticos del PSC copan buen número de esas empresas.

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Se ha escrito que la imposición en Indra por parte de la SEPI ha generado descontento entre los inversores, que han corregido el valor un 4,76% en la semana, con lo que prácticamente ha perdido todo lo ganado durante el año 2021.

Desde que llegó al Gobierno, Pedro Sánchez se ha dedicado a colocar al frente de las empresas públicas a amigos, amiguetes y amigotes, suyos o de otros prebostes socialistas (José Luis Ábalos tiene especial mano), en su mayoría desconocedores del negocio y en no pocos casos verdaderos incapaces. Por supuesto, con buenos sueldos. ¡Faltaría más!

Véase lo que sucede en Correos, donde Sánchez ha ubicado a quien fue su jefe de gabinete, Juan Manuel Serrano, que está llevando la empresa al despeñadero.

Y así, habría que citar a presidentes como Belén Gualda en la SEPI, Francisco Toledo en Puertos del Estado, Maurici Lucena en AENA, Isaías Táboas en Renfe, Isabel Pardo en ADIF, Óscar López en Paradores, Susana Sarriá en Navantia, Jesús Casas en Tragsa, José Luis Navarro en Enresa, José Vicente Berlanga en Enusa, Jesús Huerta en Loterías y Apuestas del Estado, Isabel Pardo de Vera en Adif…

Se trata, en la mayoría de los casos, de personas de militancia, o al menos obediencia, y desde luego simpatía socialista, como ocurre en Efe con Gabriela Cañas y en RTVE con Pérez Tornero.

Pedro Sánchez ha protagonizado una auténtica ocupación del Estado. Que ahora pretende intensificar, porque se anuncian cambios en varias de esas presidencias con el fin de ubicar a personas de mayor confianza aún del presidente del Gobierno. Se habla de movidas en Paradores, Tragsa, Enresa, Enusa…

Y todo ello con el escenario de los miles de millones de euros procedentes de las arcas comunitarias que se van a repartir en España al albur de lo que decida… ¿quién? La mismísima Moncloa. Es para echarse a temblar.

Está claro que nos sobra un Sánchez y nos hace falta un Draghi. Un personaje, por cierto, que hasta ha renunciado a su sueldo.

Pero me temo que Sánchez va a seguir a lo suyo. Que, lamentablemente, no es lo nuestro, lo de todos.

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