Una oración por Emilio Botín

Banqueros y empresarios, junto con el ministro de Economía, asistieron en Santander al funeral por el presidente del Banco Santander.

El súbito fallecimiento de Emilio Botín provocó, entre otros efectos, la publicación de un buen número de esquelas en los diarios nacionales. Y se me ocurrió realizar un rápido recorrido por ellas, a modo de improvisado análisis sociológico o cosa semejante. Porque es posible extraer alguna conclusión, de tipo menor pero significativa. Al menos eso creo.

De diversos tamaños, por supuesto, al día siguiente del óbito las firmaban el consejo de administración y empleados del Banco Santander, el Consejo Empresarial para la Competitividad, el Ayuntamiento de Santander, la Fundación Pro CNIC, Arena, el presidente y consejero delegado de Fiat, personas singulares a título particular... En total, docena y media de propuestas distintas.

Y ¿qué mensajes contenían tales testimonios de pésame? La fórmulas eran muy variadas. "Expresan su enorme pesar", "Envían su más sentido pésame", "Lamentan profundamente el fallecimiento", "Se unen al dolor de la familia", "Presentan sus más sentidas condolencias a la familia", "Abrazan con sentido afecto a toda la familia Botín"...

Solamente en un caso aparecía la expresión que hasta pocos años era la acostumbrada y tradicional en España: "Ruegan una oración por su alma". Fue precisamente en la esquela firmada por el consejo de administración y los empleados del Grupo Santander.

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Se trata de una petición que, desde mi punto de vista, seguramente es lo que agradecerá más don Emilio en esta concreta circunstancia, entre otras cosas por tratarse de un hombre de firmes convicciones católicas y que se mostró consecuente con ellas.

Solicitar una oración por una persona fallecida no constituye, por supuesto, ofensa alguna, porque a nadie se coacciona: cada uno puede hacerlo o no, y además sin que tenga por qué conocerse públicamente.

Pero, si de verdad existía aprecio hacia esa figura, la mejor respuesta es precisamente una oración por su eterno descanso. Pienso yo.

Y lo mismo digo ahora con Isidoro Álvarez, fallecido ayer.

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