José Apezarena

Pablo Iglesias vicepresidente de todo y para nada

Pedro Sánchez, Carmen Calvo, Pablo Iglesias, Nadia Calviño y Teresa Ribera.
Pablo Iglesias aplaude al rey entre otros miembros del Gobierno.

Al líder de Podemos títulos oficiales no le faltan. Pero a lo mejor lo que no tiene es competencias concretas. Que es, por cierto, algo que Pedro Sánchez ha hecho con todos los miembros de su Ejecutivo procedentes de las filas moradas: mucho nombramiento, mucho ministerio, pero muy pocas cosas que hacer. Y, por tanto, poco dinero, poco presupuesto que administrar.

Al señor vicepresidente segundo, en concreto, no se le conocen hasta ahora demasiados trabajos. Quizá por eso quiso meterse en el asunto de las protestas agrarias.

El viernes pasado, Pablo Iglesias pretendió liderar una reunión con los sindicatos agrarios, en la que en realidad nada tenía que decir, porque no sabe nada de esos temas, más allá de su posible interés por hacerse una foto.

La ministra de Trabajo, la podemita Yolanda Díaz, había convocado a los sindicatos agrarios para hablar de “aspectos relacionados con la realidad laboral del sector primario”. 

“Es una reunión de trabajo –les comunicó-. Quiero escuchar cuáles son las necesidades y en qué se puede ayudar a los más afectados en el campo”.

Uno de los temas más importantes a tratar era la subida del Salario Mínimo Interprofesional y una posible rebaja de las peonadas, para que los trabajadores del campo cobren el subsidio agrario.

Pero, cuando los distintos representantes del campo se encontraban viajando ya hacia Madrid para esa reunión, les llamaron del ministerio diciéndoles que se suspendía por “motivos personales de la ministra”.

Lo que en realidad ocurrió fue que sí hubo reunión, pero con la presencia inesperada de Pablo Iglesias, y a la que asistieron solo los sindicatos ‘amigos’, es decir, Comisiones Obreras y UGT.

Se dejó fuera a las organizaciones que han protagonizado las protestas de los agricultores estas semanas, es decir, Asaja, UPA y COAG. Y esos sindicatos han atribuido su exclusión a la presencia a última hora de Iglesias.

 

No parece una actuación muy hábil por parte del vicepresidente, que ha conseguido encocorar aún más a los representantes del mundo rural.

Por cierto, que más de uno se ha preguntado cómo se puede dar una respuesta a las demandas de los agricultores sin que el ministro del ramo, Escrivá, que es el responsable de las cotizaciones, esté implicado en las negociaciones, cuando se está hablando, precisamente, de rebajar peonadas.

Pero, más aún, ¿por qué no se convocó al ministro de Agricultura, que para eso le nombraron y que, en principio, es quien conoce la realidad del campo, y ya lleva muchos días en contacto con las entidades agrarias?

Pero no, quien parece que ahora quiere llevar el asunto es el vicepresidente segundo. Cuando, en todo caso, si se recurriera a un cargo de ese nivel, quien tendría que estar es la vicepresidente económica, Nadia Calviño. Digo yo.

Hablando de naderías, la semana pasada, Pablo Iglesias se estrenó en el Congreso, en la sesión de control al Gobierno. El vicepresidente segundo anunció que esta legislatura impulsará una ley de diversidad familiar, para “reconocer y proteger” a todos los modelos de familia.

Su apuesta es fortalecer las familias “monoparentales, monomarentales, partos múltiples, numerosas y acogedoras”. Y pondrá en marcha medidas para apoyar la adopción por parte de parejas.

¡Toma tarea importante para todo un vicepresidente segundo del Gobierno!

Y yo que creo que el vicepresidente Iglesias está empezando a aburrirse de no tener nada que hacer…

Lo cual creo que hasta puede ser peligroso para Pedro Sánchez. Como dice el refrán “cuando el diablo no tiene qué hacer, con del rabo mata moscas”.

editor@elconfidencialdigital.com

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